martes, 30 de septiembre de 2025

"Os presento a la organista Montserrat Torrent, de 99 años".


 
No sale en las revistas del corazón ni en la TV. No es una política ni una figura mediática y famosa, una influencer o una yutuber. Pero es la gente que me interesa, aquella por la que me olvido de lo cansado que estoy después de un día entero dando clase. 
 
Anoche tocó el órgano de la Basílica Pontifica de San Miguel, en la calle San Justo, en pleno centro de Madrid (allí se casó mi hermano, por cierto), por el 50 aniversario de su reconstrucción. Nació el año 1926 en Barcelona. Su madre, Ángela Serra, discípula de Granados, fue quien le enseñó a tocar el piano, y después estudió en la Escuela Marshall y el Conservatorio Municipal y amplió sus estudios en París y Siena. Y como catedrática de órgano inició su actividad docente y concertística por toda por Europa, Norteamérica y Sudamérica, con especial interés en la recuperación del órgano como un instrumento musical popular. En los 60 se enfrentó a una sociedad misógina con hostilidad a las mujeres. Su grave sordera nunca le impidió estudiar e interpretar nuevas obras. 
 
Fue un placer escucharla.
 
Y ahora voy a divertirme y reírme de lo lindo (¿se puede trabajar de otra forma?) con mis alumnos mientras escucho la voz y la música de Montserrat hablando de su vida y su obra en este otro video en catalán:
 
Y Bach, claro, lo más cerca que se me ocurre de Dios:
 



lunes, 29 de septiembre de 2025

"¿Con quién nos vamos a la cama?"

Cada día que vivimos es una película completa, con su principio, nudo y desenlace, una novela de trescientas páginas que resume nuestra vida.
 
El otro día la valenciana Pilar Sanjuan me escribió: "Justo, eres un auténtico "flâneur", un paseante, caminante o callejero que deambula sin prisa por la ciudad sin rumbo ni objetivo y disfrutando del espectáculo del momento y observando su entorno, ensimismado en los recuerdos de personajes literarios y envuelto en música clásica. Podrías ser un personaje de Baudelaire, con tu amor por París, la ciudad que tanto inspira".
 
En esta foto de ayer estoy, precisamente, paseando por el mundo, el mundo que me gusta, como un flâneur de Baudelaire que diría Pilar, el mundo de la literatura y el cine. Estuve viendo la última película de Paul Thomas Anderson, "Una batalla tras otra", basada en la novela de Thomas Pynchon "Vineland". Otro día hablaré de ella pues antes quiero releerme la novela del escritor norteamericano más complejo y hermético de la segunda mitad del siglo XX.
 
Unos días antes Pilar me envió, igualmente, un poema de Unamuno sobre el placer de leer, perteneciente a su "Romancero" publicado póstumamente:
 
"Leer, leer, leer, vivir la vida
que otros soñaron.
Leer, leer, leer, el alma olvida
las cosas que pasaron.
Se quedan las que quedan, las ficciones,
las flores de la pluma,
las solas, las humanas creaciones,
el poso de la espuma.
Leer, leer, leer; ¿seré lectura
mañana también yo?
¿Seré mi creador, mi criatura,
seré lo que pasó?"
 
Y ahora me tomo un café en este último lunes de septiembre con el recuerdo de la música de una de las películas más icónicas de la historia del cine, con la que me dormí anoche:
 

domingo, 28 de septiembre de 2025

¿Y qué le queda a un escritor?


 





Sus libros.
 
Me paseo por el mundo, por las aulas de las Universidades donde he dado clase, incluso por este mundo virtual y me encuentro con mis libros, mis queridos viejos y jóvenes amigos a los que he dedicado tantas horas de soledad. Es una soledad alegre, creativa, vital, esa parte de la vida en la que te dedicas a contar, gozosamente, en qué ha consistido una vida llena de amor y amistad, de viajes y estudio, y de búsqueda del conocimiento. Estas fotos me las regalaron por aquí hace unos días Mercedes Rodríguez Arias, Almudena Mestre y María Victoria Huertas. Y además de las fotografías están los regalos de las palabras que unen al lector y al escritor, como las de Pedro Saugar Segarra sobre mi novela "Las mentiras inexactas": 
 
"Esto no es una reseña, ni quiere serlo, ni soy quién para pretenderlo. Reconozco que no puedo ser objetivo con Justo Sotelo. Alguien que declara "solo conozco la eternidad de los libros, que es cuando el tiempo se detiene y vives el de los demás" me tiene ganado de antemano, por razones obvias, que acabo de confesar. Y si encima tienes el placer de desayunarte con él cada mañana en las redes, y de empezar el día respirando aire puro a pleno pulmón por esa ventanita que te abre a la cultura y al humanismo, para qué hablar. Así que, sin ni siquiera firmar “el pacto de ficción del buen lector”, me embarqué de cabeza y sin flotador en sus universos paralelos, en las lecturas metaliterarias que navegan por los "pasadizos interiores" de su novela. Y me dejé llevar desde la librería más antigua de Madrid hasta una isla de piratas en el Caribe, fondeando en cada rincón de ese maravilloso viaje de la galería de tripulantes excéntricos con los que el autor homenajea esas “noches de vino y rosas” que, gracias a #lasmentirasinexactas, he disfrutado como un niño, o como un bohemio más, convencido de que entre sus páginas se encuentra el mapa del tesoro. Y de que la novela tiene futuro. Yo de ti me asomaría".
 
Ese mismo día una ex alumna me escribió para decirme que había visto esta entrevista que me habían hecho en una TV hablando de esa novela:
 
Hay que ver qué joven estaba entonces, aunque según mi ex alumna los escritores no tenemos edad.

sábado, 27 de septiembre de 2025

"Mi lado Wilde y mi estilo de mujer


 
A lo largo de mi vida me han dicho muchas veces que les recuerdo a Óscar Wilde. La verdad es que el irlandés es de los escritores con los que no me habría importado comer e invitarlo a mi tertulia del centro de Madrid. Supongo que me lo dicen por mi anticonformismo, lo que me ha llevado a cambiar a menudo de trabajo o a que me echaran ya que no me gusta mandar ni que me manden (suelo hacer lo contrario que me dicen que haga), por mi ironía y particular sentido del humor y por mis permanentes deseos de crear una literatura diferente, un mundo diferente desde la literatura y la Universidad. O con mi propia manera de vivir. Me seduce la idea del "arte por el arte" que resume la obra de Wilde y, como él, admiro a los prerrafaelitas. Me tomo el primer café de esta mañana y observo el "Sueño de día" (1880), de Dante Gabriel Rossetti con su musa Jane Burden Morris, la mujer del poeta William Morris, la joven larguirucha, algo desgarbada y de pelo encrespado que convirtió en una diosa inalcanzable. Jane fue con su hermana a ver una obra de teatro cuando Rossetti y Edward Burne-Jones supieron nada más verla que tenían que retratarla (un teatro, un cine, un Café mientras escribo y miro por la ventana o lo hace ella, la biblioteca, el Metro, el avión, el autobús o tan solo paseando por la calle son los lugares en los que un romántico como yo piensa que deben conocerse las personas). En este cuadro el artista la pintó sobre unos dibujos previos, cuando ella todavía posaba largas horas para él. Y percibo que mantiene el gusto por la pintura renacentista. La vegetación y el vestido se confunden en un tapiz de color verde uniforme. Jane lleva un libro en las manos, lo que alude a su afición por la lectura. Además la flor de madreselva es un símbolo sexual de la pasión del pintor. Ella nunca se separó para no dejar a sus hijas, pero fue la gran confidente de Rossetti, su musa y su eterno deseo. Ella lo quiso con locura. En realidad ambos se quisieron con locura.
 
Aquí están los dos con música de John Barry:
 
Admito que también tengo un "lado kistch", aunque a lo mejor es el mismo lado Wilde. Rossetti creó un modelo de belleza con su cuadro que se extendió por toda Europa y todavía sigue perdurando. Con su cara delgada y pálida, su largo pelo oscuro y su apariencia de mujer reservada, Jane representaba un tipo de belleza alternativa a la de las mujeres despampanantes de la época, esas bellezas tradicionales de mejillas rosadas y cabellos dorados. 
 
También admito que es el que me gusta a mí.

viernes, 26 de septiembre de 2025

"Cuando la amistad vale por tres".



 






¿Te tomas un café, Justo? Me preguntó Silvia López el otro día, y ayer me fui a desayunar con ella. Silvia es la bondad hecha mujer. No pide nada, no busca nada, no te utiliza, no quiere sacar nada de ti ni de nadie. Silvia es la Naturaleza hecha mujer de su tierra de Olot, en Girona, llena de volcanes en calma.
 
¿Cuáles son las primeras palabras que se dicen los buenos amigos, aunque haga tiempo que no se vean?
 
Exacto: ¿dónde lo habíamos dejado la última vez? Ella añadió que me seguía viendo muy sexy recordando, supongo, una foto que me hice una vez delante de un cartel que ponía "leer es sexy". Yo le dije que necesitaba gafas, jeje.
 
Cuando volvía en el coche, puse Radio Clásica, mi compañera desde que tengo uso de razón. Aunque esté en otro país siempre busco la emisora de música clásica. En ese momento la habitación del hotel se ilumina y sé que estoy en casa. Acababa de comenzar la Obertura de "Los esclavos felices", de Arriga, que podría haber sido el mayor compositor romántico español de no morir tan joven. Aun así conoció la música de Haydn, Mozart, Rossini y Beethoven, y me parece estar escuchando a Schubert. Había nacido en Bilbao el año 1806 y murió en París en 1826. Empezó a componer música con 11 años, y con 16 se fue a estudiar a París:
 
La buena música no conoce fronteras y tampoco la conoce la buena amistad entre una catalana y un madrileño. Eso sí, ella me reconoció ayer que Madrid es la ciudad más bonita de España.
 
Por cierto, ¿qué foto os gusta más de las tres?

jueves, 25 de septiembre de 2025

"Retrato de una mujer enamorada".


 
En mis novelas hablo mucho de amor, del amor en cualquier edad. Es uno de los grandes misterios de los seres humanos. Creo que es uno de los motivos por los que escribo, para intentar contar cómo ve el amor cualquier persona.
 
Ayer estaba en un descanso entre clase y clase en mi Universidad y me acordé de otra profesora universitaria, uno de los personajes que más quiero. Nora Acosta es profesora de literatura de la Universidad Complutense que tiene cincuenta y tantos años, y se enamora de su alumno Sergio Barrios, un joven librero de la plaza Santa Ana, en el centro de Madrid.
 
"Esa noche su sangre se transformó en energía femenina y masculina, una especie de vino que se bebieron la luna y el sol, y eliminó las arrugas de su rostro y de su vientre. Desconocía cuánto tiempo había estado tumbada, desnuda, sin dejar de sudar. El camisón, arrugado y sucio, se había caído al suelo. Su cabeza giraba como una noria sin control, pero aun así encendió la radio. Había dormido toda la tarde y toda la noche. Se tomó una aspirina y un café, y se encontró mejor. El rostro de Sergio se hinchaba en su mente como un gigantesco neumático de automóvil, y hasta oía su vasto e inmenso deseo de aplastar el universo con su fuerza. Había sangre en la sábana. Se llevó la mano a la frente, y no sintió las décimas de fiebre que demolían las paredes de su conciencia. Trató de calmarse con un segundo café, y después buscó sin éxito un paquete de cigarrillos. De lo más hondo de su corazón salió una sonrisa dirigida a las manchas fugaces, como su regla interminable; era una sonrisa enferma, a un paso del delirio. O se había vuelto loca, y veía visiones, o la sinrazón cegaba sus pupilas con los rasgos de ese crío. Se encerró en el cuarto de baño. Tocaba su cuerpo, pero no le pertenecía, intentaba limpiarlo, pero nuevas carcajadas se desplomaban en las esquinas de su garganta. Se vistió, y se sentó otra vez en la cama. Las paredes de la habitación se le caían encima. No podía permanecer más tiempo allí dentro, no tenía ningún sentido, tenía que fumar y pensar. Necesitaba explicarse qué había ocurrido con su cuerpo y, más que nada, con su mente (con el deseo de su mente). Se dirigió al restaurante de Princesa. Las calles estaban vacías; los barrenderos las limpiaban con cuidado, como si fueran suyas, confiriendo a su trabajo una dignidad manifiesta. Por los arcos de Moncloa se movía un camión del Ayuntamiento tratando de quitar con alocados chorros de agua la grasa de los coches. Tuvo que esperar unos minutos sentada en un banco hasta que abrieran el restaurante. Después de empujar la puerta de cristal, se dirigió como una autómata hacia la máquina de tabaco. La cafetera aún no estaba preparada, y apuró dos vasos de agua para apaciguar el resquemor de su garganta. Unos minutos después se bebió un café solo de un trago, y comenzó a fumar casi temblando. Por fin, empezó a encontrarse mejor. ¿Qué es lo que tenía que hacer, se preguntó mirando a la calle, volver a la librería y declararle su amor? Sergio no era más que un ególatra cuyo único afán consistía en mantener vivo su mundo. ¿Acaso podía considerarse una de sus amigas? ¿Qué podía aportarle a esas alturas de su vida? ¿No sería para él un sucedáneo de su padre, o de esa madre de la que le daba miedo hablar? Entonces, ¿por qué le había besado y acariciado? Era deseo, por supuesto, todavía podía despertar deseo en un hombre... La librería era el centro del mundo para un grupo de personas, y empezaba a serlo para ella por culpa de un muchacho de veintitantos años. Todo ello saltando de una casilla a otra en el juego. Sergio Barrios, Miguel Ángel Andés, Raúl Torres, Albertina Duarte, María José Castillo, Pepe Utrera, Elena Estrada, Dominic Yanes, Magda Rubio, Anselmo Xiles (...) ¿En qué casilla de la rayuela colocarían Oliveira, o Cortázar, ese interés por recuperar la alegría? ¿Ella también podría ser feliz por encima de todo? Ser feliz con la pasión agitando sus sentidos. Pero, ¿qué sabía ella de Sergio? Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estoqueada en mitad del patio... ¡Estoqueada en mitad del patio! Como si ella tuviera derecho a reprocharle nada a nadie, ni siquiera a Cortázar. Podía repetir la edad de los filósofos griegos. Sócrates había vivido sesenta años, Aristóteles lo había hecho sesenta y tres, Anaxágoras setenta y dos, Pitágoras ochenta o noventa, Platón ochenta y uno, Diógenes noventa, Demócrito cien o ciento nueve... Su inocencia se perdía en un día interminable en compañía de un crío (...)
 
("Las mentiras inexactas", 2012, Izana, Madrid, pp. 106-109).
 
Ahora no lo recuerdo, mientras me tomo el primer café de la mañana, pero seguramente Albinoni puso música al otoño y al amor de esta mujer de cincuenta y tantos años:
 

miércoles, 24 de septiembre de 2025

"En el jardín de Lope de Vega".


 
Al lado vivieron Cervantes, Góngora y Quevedo, entre otros muchos escritores que fueron apareciendo en mi "jardín" particular desde la niñez. De vez en cuando me voy a leer y a escuchar música a este jardín, como "Cándido o el optimismo" y "Una furtiva lágrima" con la voz de Pavarotti. El libro de Voltaire habla de cultivar "nuestro jardín", una metáfora de la prudencia activa y el trabajo hecho en la realidad, e invita a enfocarse en todo aquello que se puede controlar, con la acción y el esfuerzo personal para mejorar el entorno inmediato y no tanto en el hecho de buscar unas soluciones que sean universales o caer en la desesperación. Estudiando a Lope de Vega en la Facultad de Filosofía y Letras conocí al profesor camerunés Patrick Toumba. A través de él llegué a sus alumnos de la Universidad de Maroua, que leen todos los días estos posts que escribo mientras me tomo un café y que por tanto pasean, de alguna forma, por mi propio jardín a tantos kilómetros de distancia.
 
Y Pavarotti, con su voz angelical:
 

martes, 23 de septiembre de 2025

"Anoche llegó el otoño y me pilló leyendo".


 
Como a lo largo de toda mi vida, leo varios libros a la vez y también me invento varios libros a la vez. Después los escribo si creo que me van a parecer interesantes, es decir, si realmente me gustaría que alguien los escribiera para poder leerlos. En caso contrario continúo pensando e inventándome otras historias. Mi mente se encuentra en funcionamiento las 24 horas del día, incluso por la noche cuando me duermo sabiendo que al despertar estaré lúcido, por supuesto, y con deseos de escribir y leer, de pasear y escuchar música, de dar clase a la juventud española y extranjera que cae en mis manos. Como he dicho siempre, no escribo para comer ni para que me digan lo guapo y atractivo que soy (para eso no me haría falta escribir, pues mis ex alumnas me lo llevan diciendo desde los 25 años, cuando me puse a dar clase en la Universidad). 
 
En el libro que tengo en la mano en esa foto, el último de poemas de la escritora malagueña Presina Pereiro, la autora se pregunta en el prólogo para qué escribe poesía. Luego se contesta (o lo hace la voz poética, que no siempre coincide con el autor) que ser poeta "no es un acto de voluntad, ni la verificación de un deseo, ni la inspiración de un momento. Ser poeta es inmanencia..." No le pienso llevar la contraria, aunque también creo que en su obra existe una búsqueda de la trascendencia, la otra cara de la moneda. Presina, licenciada en Filosofía y Letras, se especializó en Historia y ha tardado en publicar sus novelas y libros de poemas. Hace solo unos años me metí en su mente (es lo que procuro hacer cuando leo la obra de un escritor, si me resulta atractivo) y la verdad es que me lo estoy pasando bien. Y además en este libro, en su segundo poema, me invita a escuchar a "mi" Mahler, que suena maravillosamente bien con Bernstein:
 
"Posibilidades".
 
"La espuma de tu mar se calmó en otra playa,
y yo evoco tu sed, el modo de saciarla entre mis labios
bajo el sonido excelso de La Quinta de Mahler.
 
Me niegas.
Deliberadamente me proscribes,
me destierras a ser solo distancia,
horizonte inalcanzable.
 
Me sentencias.
Me castigas a cruzar el límite de nuestra utopía,
a alejarme de ti,
a enloquecer.
 
Me culpas.
Me condenas a buscarte en miradas sin rostros,
en los orígenes,
en la cábala,
en el alcohol,
en el sexo,
a inventar tus caricias y el delirio del clímax,
a alterar el recuerdo.
 
Ciega de ti recorro espacios sin fronteras,
esculpo tu perfil en el polvo de una hoja de olivo
y me miento, y repito
que es posible que vuelvas
para que aliente tu indolencia en mi avidez".
 
("De las horas quemadas", 2025, Ayuntamiento de Málaga, pp. 14 y 15).

lunes, 22 de septiembre de 2025

"Un cuadro y una música para despedir el verano".


 
¿A qué cuadro os recuerda esta fotografía de ayer, amigos, mientras me tomaba un vermú al mediodía? Os dejo que lo imaginéis. Es uno de mis "locus amoenus" particulares (en latín "lugar ameno" o "lugar idílico"), tópico literario que describe un entorno natural idealizado, seguro y tranquilo, con pradosy árboles frondosos, con agua clara y sombra, el marco perfecto para las acciones bucólicas o pastoriles (mi paisaje es puramente urbano, claro). Este motivo está presente desde la Antigüedad clásica y se usa para evocar la armonía entre el ser humano y la naturaleza, y su vigencia se mantiene en la literatura y hasta en la publicidad. 
 
La música podría ser esta:
 

sábado, 20 de septiembre de 2025

"La gente guapa y la gente fea".


 
Existen personas felices y otras que siempre parecen enfadadas. Las primeras escuchan música, viajan, leen, van al cine y hacen el amor. Y procuran no meterse con nadie. Luego están las que se enfadan a todas horas, que solo hablan de buenos y malos, de blanco y negro, y se levantan cada mañana buscando los defectos de los otros (cada vez que entro en un bar y está el televisor encendido siempre veo a tertulianos enfadados dando voces. Los miro unos instantes como si fueran una especie de marcianos, como la mayoría de los políticos y de los periodistas, salidos del macabro edificio de Periodismo de la Complutense de la primera película de Amenábar, motivo por el cual los jóvenes no ven la televisión ni escuchan la radio, supongo). 
 
Ayer quedé a desayunar con la escritora Almudena Mestre con el fin de contarnos el verano, hablar del inicio de nuestras tertulias el mes que viene (desde aquí recuerdo al escritor Antonio Rivero Taravillo que nos dejó ayer y nos acompañó en una tertulia para hablarnos de su libro "1922", un hombre bueno y feliz que se refirió a ese año y a tres de sus actores principales: Joyce, Eliot y el poeta y catalizador literario Ezra Pound, en la ciudad de París que era centro del mundo artístico) y me contara los primeros días como Educadora Social en un Centro de Menores de la Comunidad de Madrid (básicamente son chicos de Marruecos y el Sahel). Como Almudena es feliz y positiva, además de los problemas de hacinamiento, de desarraigo y de otros similares, se centró en todo lo bueno que hacen la Comunidad y los educadores por ellos, incluso organizar torneos de ajedrez para que aprendan cosas interesantes y de esa forma lograr que sean felices. Mi intención era que nos sentáramos en la terracita de la cafetería, pero no había sitio y nos metimos dentro. Al salir quedaba una mesa libre y comenté a Almudena que termináramos allí la conversación, pero una señora de unos cincuenta y tantos años, bien vestida, con un móvil rosa en la mano y sentada a la mesa de al lado nos dijo que no nos sentáramos. Estaba harta de nosotros porque hablábamos muy alto, e incluso se había salido de la cafetería para no tener que aguantarnos. 
 
Al regresar al centro de Madrid estuve escuchando la obertura de "La italiana en Argel", de Rossini, ya que el día anterior había visto la película de Amenábar sobre Cervantes que transcurre en el mismo sitio (no está mal hacerlo en un sitio tan romántico como el teatro de La Fenice de Venecia):
 
Si la señora de la cafetería hubiera sido amable, le habría dicho que se sentara con nosotros y se lo hubiera pasado bien. Incluso, podría haberle mentido, como en "Johnny Guitar" y dicho que era guapa y amable.

viernes, 19 de septiembre de 2025

"Quiero volver a España para que me lean".


 
Dice un joven Cervantes en Argel al terminar la película de Amenábar sobre su cautiverio de cinco años. Y eso es lo que habría que hacer con el autor del Quijote y de las Novelas Ejemplares. Por favor, digo siempre a mis alumnos, leed a Keynes y Woolf, dos de los grandes genios del siglo XX, y a Joyce, Eliot, Borges y Cortázar, y si podéis a Cervantes y Sterne. Amenábar no se atreve a afirmar que Cervantes fuera homosexual, y se limita a hacer una entretenida película de las llamadas de tipo "carcelario", inspirándose en uno de los tres relatos intercalados en la Primera Parte del Quijote, el del capitán cautivo, entre los capítulos 39 y 41. En su momento estudié en la Facultad de Filología de la Complutense hasta cinco asignaturas sobre Cervantes y su obra, y la verdad es que no me molesta que Amenábar no haya hablado de Cervantes, sino del placer de escribir y de leer, del puro placer que origina la literatura, y que haya situado el espejo entre él y el mayor escritor español de la historia (con el permiso de Galdós), ya que lo que a él le gustaría, realmente, es ser un "Cervantes gay", con el apoyo del barbero y el cura, que incluso presta el Lazarillo al joven protagonista de su película, ya que esta es demasiado naif y convencional. Esto es lo que me ha resultado interesante. Me gustan los artistas y creadores que se "lanzan a la piscina" intentando crear algo diferente, aunque Cervantes se dé unos cuantos besos con otro señor, y no repitiendo siempre lo mismo, las mismas historias, los mismos argumentos, mil veces vistos y leídos (aunque cada cual se considere Cervantes, faltaría más) y que me provocan sopor y ganas de salirme del cine o del libro que tenga entre las manos.
 
Amigos, leed a Cervantes, por ejemplo la historia del capitán cautivo:
 
Y puestos a escuchar música, tampoco está mal el ballet sobre Don Quijote que vi una vez en el Centro Pompidou de París, la ciudad más literaria del mundo. Este ballet se basa en las "bodas de Camacho" (Gamache en la obra), que es un episodio narrado en el capítulo XIX de la Segunda Parte, en el que se relata el romance entre el barbero Basilio y la joven Quiteria (Kitri en el ballet):
 

jueves, 18 de septiembre de 2025

"El hombre puede pensar gracias al lenguaje".


 
Se nos va el verano, otro más de los veranos de nuestra vida, desde aquellos primeros veranos de la mano de nuestros padres hasta que damos la mano a los hijos. Esos veranos interminables y maravillosos que aún recuerdo subido en la bicicleta verde que me regalaron mis padres por los caminos de la sierra cuando comencé a inventarme historias que muchos años después se convirtieron en libros casi sin darme cuenta, como novelas y cuentos que son páginas de la vida. Y por eso antes de que este lunes llegue el otoño me apatece hablar de uno de mis libros que ha pasado el verano en manos de la poeta y bióloga Isabel Fernández Bernaldo de Quirós. Esta fotografía me la envió ella hace un par de meses y, por lo que me dijo por teléfono el otro día, ha avanzado bastante. El cuaderno de anillas y el bolígrafo se han estado moviendo por sus páginas, como aquella bicicleta de mi infancia, y ahora se encuentran ya en el capítulo de los mitos clásico y moderno.
 
En la página 217 escribí cosas como estas:
 
"Ya se ha apuntado que el hombre puede pensar gracias al lenguaje, y de ahí surge lo poético, lo literario. El mito es la primera expresión artística que el ser humano ha plasmado en la palabra y luego en la escritura. Dentro del mito clásico, los elementos cosmogónicos que intentan explicar el mundo, y los acontecimientos que llevaron a establecer el “orden” natural, se encuentran por doquier. Sin afán de exhaustividad, se pueden citar los textos egipcios que describen la creación del mundo y de sus dioses desde un punto de vista práctico y, a la vez, mágico; el conocido poema de la antigua Babilonia Enuma -Elis, que era recitado ante el dios Marduk durante las fiestas de Año Nuevo; y los capítulos del Génesis en la tradición hebrea. Existía una tradición teogónica en los persas, donde Ormuz creaba las criaturas buenas y Ahrimán las malas. En la literatura india están los Puranas, extensos poemas en los que se narra el origen del universo donde se aprecian genealogías de dioses y sabios, y pasajes del Mahabharata. Un texto de la Guerra de las Galias de César habla de relatos entre los druidas. En los germanos, Tácito habla de una poesía genealógica donde se mezclaban dioses y héroes. En Inglaterra, referencias del Beowulf se remontan a primitivos relatos. En la literatura noruega se ven obras de rasgos teogónicos, con la presencia de la Edda poética, colección de poemas escritos en nórdico antiguo. El poema nacional finés, Kalevala, contiene connotaciones cosmogónicas en el primer canto. En la tradición griega, Hesiodo no será una excepción, puesto que existen noticias de autores que crearon teogonías como Orfeo, Museo, Aristeas y Epiménides. Y, por último, en la antigua literatura japonesa, también se cuenta con el Kojiki, fechado en torno al 712 d. C. (...)"
 
Dediqué unas páginas más a este aspecto y analicé de qué forma el mito clásico se transformó en mito moderno, con el fin de aplicar mis conclusiones a las novelas de Murakami. Primero se pasó al mundo híbrido y empezaron a ser relevantes los mundos visibles e invisibles, relativos al poder económico, de los medios de comunicación, del erotismo y de la mente.
 
Soy de los que piensan que para entender el mundo en el que vivo y del que vengo lo mejor es estudiar, analizar y reflexionar.
 
......................................
 
Y como a Murakami le gusta la misma música que me gusta a mí, voy a escuchar la banda sonora de una de sus novelas:
 

miércoles, 17 de septiembre de 2025

"Cada vez que escucho esta música me dan ganas de subirme a una avioneta y volar sobre Kenia".

https://www.youtube.com/watch?v=KDogVwHqixQ

Hace unos años participé en la "Expedición a Samarcanda", donde la primera parte de este viaje fue en avioneta. El rey castellano Enrique III encargó en el siglo XIV al aventurero madrileño Ruy González de Clavijo que lograra una alianza con el gran Tamerlán para luchar así contra los turcos. En Samarcanda (Uzbekistán) se creó un barrio con el nombre de "Madrid". Y eso es lo que pretendíamos conmemorar cinco siglos después con nuestra expedición. Y es lo que cuento en uno de los capítulos de mi novela "Las mentiras inexactas" (2012), donde aparece un tipo que, curiosamente, también se llama Justo Sotelo.

(A un globo me he subido dos veces, en la región de los lagos del norte de Inglaterra, cerca de donde está enterrado el poeta romántico Wordsworth, en Grasmere).

El caso es que escuchando esa música sería capaz de enamorarme a la vez de los personajes que interpretan Meryl Streep y Robert Redford, casi más de él que de ella. Y diría esto, por supuesto: "Denys me había dado una brújula, para seguir el rumbo, pero más tarde comprendí que navegábamos con rumbos distintos. Quizá él sabía, aunque yo no, que la tierra fue creada redonda para que no podamos ver el final del camino.”

Luego me lavaría el pelo, claro.

(El cine está metido en mi literatura por los cuatro costados. Y ahí está un poquito Robert Redford. Ayer pregunté a mis alumnos de 19 y 20 años si lo conocían y me dijeron que no. En realidad esta vida solo se vive una vez).

 


 

martes, 16 de septiembre de 2025

"Ser un Casanova".


 

Ayer me iba a clase y me encontré por la calle con dos encantadoras vecinas mayores. Hablamos del verano y al despedirnos me dijeron que soy el guaperas de la escalera. A esa hora, más o menos, Emma Alonso me dijo por aquí que soy un Casanova. Mientras caminaba a la Universidad fui recordando algunas cosas sobre este personaje. Era hijo de unos actores, nació en Venecia en el año 1725 y vivió una vida aventurera que incluyó escapadas, viajes y amores secretos. Su nombre es sinónimo de seducción y encanto. Fue perseguido por las mujeres y envidiado por los hombres y tras morir se convirtió en una figura inmortal. Doblegó a la sociedad veneciana del dieciocho y entregó su devoción a mujeres de todos los estratos sociales. ¿Cuál era su secreto? Sus biógrafos lo refieren como aventurero, libertino, historiador, escritor, diplomático, jurista, violonchelista, matemático, filósofo, bibliotecario y agente secreto. Evidentemente, no solo era irresistible para el género femenino, sino que también los hombres se rendían a sus pies. Porque la verdad es que Casanova no era solo un gran romántico, sino, sobre todo, un gran comunicador. Este era su secreto. Reyes, jueces, empresarios y enemigos caían bajo sus encantos, y siempre se salía con la suya. Lo que Casanova sabía era que comunicar es enamorar, y enamorar significa entender que cada persona tiene necesidades emocionales, y que en esas necesidades está la fuerza de cambio que tú requieres para convencer a cualquier persona. Tras sus conquistas en Venecia, apareció Teresa, cantante de ópera conocida por hacerse pasar por hombre para trabajar en los teatros del Estado Eclesiástico, algo no permitido a las mujeres. Se habla de Henriette, una noble francesa, quizá su gran amor y de la que aún se desconoce su identidad. Casanova regresó a Venecia varias veces en sus viajes por Europa, desde París a Dresde y Viena, pero su estilo de vida libertino atrajo la atención. Antes de cumplir los treinta años, pasó un periodo breve en los Leads, la prisión de la Serenísima, de donde huyó en 1756. Cuenta la leyenda que, antes de escaparse en góndola, se tomó un café en la Plaza de San Marcos tan tranquilo.

Seguramente en lo único en que me parezca a Casanova, aparte de intentar unir intelectualmente el arte con la ciencia, es en el hecho de que yo también me hubiera sentado en un Café de Venecia para tomarme un café o un té (como en esta fotografía de ayer), para ver pasar a la gente, escribir y escuchar una música como esta:

https://www.youtube.com/watch?v=i15dgTJFV04&list=RDEMugvOR_THH5nTjOZM6Bn6Wg&index=1