El poeta Gerardo Diego y la pintora Johana Roldán se encontraron en Soria y se pusieron a hablar.
Les dio igual que él hubiera nacido en Santander en 1896 y ella en
Madrid en 1973. Casi un siglo de distancia no parecía apartarlos; todo
lo contrario.
Él habló de su galería de estampas de Soria y ella
del tríptico que estaba pintando sobre el edén. Él se refirió a su
evolución desde la poesía tradicional hasta la vanguardia, lo que le
convertiría en uno de los poetas más intelectuales de España, y ella a su progresiva evolución pictórica, similar a la del poeta.
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ResponderEliminar~…que relato más pintoresco y elegante. La historia y el presente siempre se pueden conjugar de forma exquisita y hacerse caricias ((visibles e invisible)), es la magia de los tiempos, de la literatura y el arte en todas sus formas. Que se sigan juntando, y siga el susurro que te acaricia para contárnos~lo.~
ResponderEliminarSaudy ~_~.