jueves, 18 de diciembre de 2025

"La piel como una novela".



Tienes un cutis fino y cuidado, se nota que te alimentas bien, tomas café y eres un hombre feliz, me dijo María José, la esteticista que me limpió antes de ayer el cutis y me dio un masaje shiatsu. Y te pareces a Pacino, añadió tras asegurarme que pensaba comprarse mis libros y seguirme a través de las redes sociales. Tu voz es maravillosa, dijo acto seguido, de locutor de radio, y eres elegante al vestir. Tras hora y pico en sus manos (me la recomendó una encantadora alumna de este año), está claro que volveré a tumbarme en su camilla mientras sitúa una lupa enorme sobre mi rostro. Esto de la lupa es interesante. Me dirigí hacia el Paseo de la Castellana para tomar un taxi. Pensaba en lo que me había dicho sobre la relación entre el cutis y la comida. "Recuerda, Justo, que los nutrientes de frutas, verduras, pescados grasos y frutos secos fortalecen la piel desde dentro y nos aportan vitaminas, antioxidantes y unas grasas saludables que mejoran así la hidratación, elasticidad y luminosidad; los azúcares y procesados la perjudican". Y me dije que es similar a una buena novela, donde los personajes deben ser profundos, con una trama cohesionada llena de conflictos y de tramas secundarias que la enriquezcan, un estilo narrativo atractivo y fluido (con la voz propia y el ritmo) y un mundo bien construido que enganche desde las primeras frases y deje una emoción o idea duradera en el lector por la originalidad o resonancia temática. Y ahora le pediría a ella que se subiera conmigo a un coche de caballos por Central Park. No sé si querrá acariciar las arrugas de mi piel y que le cuente la novela de mi vida: 
 
En realidad la buena piel y la buena novela no son otra cosa que el buen amor.

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