domingo, 21 de diciembre de 2025

"Los españoles tenemos cariño a Cervantes".


 


Gracias a él contamos con una de las mayores novelas de la historia que tanto ha influido en la literatura posterior, varias novelas cortas estupendas, unos entremeses que merecen la pena y alguna obra de teatro del estilo de Séneca. El cariño me llevó a estudiar hasta cinco asignaturas sobre Cervantes en la Complutense y ver la entretenida película dirigida por Alejandro Amenábar asesorado por el profesor, escritor y buen amigo José Manuel Lucía Megías. Y por todo esto y muchas cosas que me salto, ayer me fui al Teatro del Canal a ver su tragedia "La Numancia", que escribió con 38 años (la llamó “El cerco de Numancia”), bajo la dirección del dramaturgo Alonso de Santos. Es una tragedia renacentista sobre el fin de la Numancia celtibérica frente a la Roma del general Escipión tras un extenuante asedio en el que los numantinos prefirieron quitarse la vida a ser derrotados por el hambre o entregarse a la esclavitud. Cervantes la escribió solo unos años después de su cautiverio en Argel. Aquí me gustaría añadir que las ruinas se encuentran en los terrenos de la familia de mi amigo Amalio de Marichalar, conde de Ripalda, que donó al Estado durante el reinado de Alfonso XIII, aunque Amalio los continúa defendiendo, al igual que toda la zona, contra la especulación inmobiliaria, como nos contó en un par de ocasiones en la tertulia. En la obra Cervantes nos habla del amor a la libertad, a la dignidad del vencido, la muerte honrosa y la victoria sin honra, y lo hace desde la palabra, desde el poder del texto frente a la acción frenética o la permanente "imagen" en la que vivimos instalados. En ella también hay una reflexión sobre el ser, la historia e incluso el destino de España. Disfruté mucho ayer, como en pocas ocasiones, y hasta me dieron ganas de subirme al escenario desde la tercera fila para gritar con los actores, "nací libre y así quiero morir".
 
Estas son algunas escenas de la obra:
 
En este pequeño video nos hablan sus responsables:
 
Este es un diálogo entre mi profesor de literatura española Andrés Amorós y Alonso de Santos:
 
El Romanticismo elogió esta obra, primero desde el punto de vista histórico, teniendo en cuenta la época en que fue escrita y viéndola en relación al estado del teatro español, inglés, alemán y francés, y en segundo lugar como una obra de arte, dejándose arrastrar por el espíritu trágico y necesitando acudir al clasicismo para encontrar una expresión equivalente.
 
Y está claro que yo soy un romántico.

No hay comentarios:

Publicar un comentario