martes, 26 de abril de 2016

Hay tardes.

Hay tardes que solo necesito un té rojo en la librería que está junto a los cines Golem y contemplar cómo la raya del sol abandona lentamente la acera.

Luego entro en el cine a ver una película francesa o japonesa o danesa, como casi siempre, y mi imaginación se instala en otra dimensión.