miércoles, 6 de abril de 2016

Escribir una novela es ir llenando las sillas una a una.

Ayer llovía en Madrid. Las mesas de una de las terrazas donde suelo escribir estaban mojadas. Aun así la novela se puso a crecer con ganas, como si no la escribiera yo. Solo escribo cuando soy feliz, pero ayer me invadía la melancolía.

Escribir esa novela es pensar todo el rato en ti.