martes, 26 de abril de 2016

María Rodríguez Velasco, Valle-Inclán y Aristóteles.

La magia existe en las noches de teatro. Decía Aristóteles que el teatro era el género literario por excelencia. Valle-Inclán logró que el teatro español se hiciera importante en el mundo.

Anoche volví a disfrutar de una parte del mítico "Retablo de la avaricia, la lujuria y la muerte", de Valle, en Jarandilla (Cáceres). "Acebuche Teatro" adaptó dos de esas obras, "La rosa de papel" y "Ligazón". Y lo mejor es que disfruté desde horas antes del montaje de la obra, del picado de luces, de los nervios de los actores en el camerino.

En su día estudié a Valle con Ángela Ena en la Complutense y vi todas sus obras, además de escribir más de un ensayo sobre el tema. Lo de anoche podía haberse producido en el mismísimo Centro Dramático Nacional.

María está deliciosa en sus dos papeles, así como el resto de actores de la compañía. Su padre, profesor de literatura, hace un monólogo a la altura de los mejores actores, con una voz grave y generosa. Y yo sentado junto a las mesas de luces y sonido, al lado de Francisco José R. Velasco, aprendiendo, que es lo que debe hacer continuamente un escritor.