domingo, 6 de noviembre de 2016

No suelo hablar de política en público.

Como decía uno de mis profesores del colegio, comiendo no se debe hablar de religión ni de política. Y yo lo extiendo a las relaciones públicas, a pesar de que soy catedrático de Política Económica y, como es obvio, mi Memoria de cátedra analiza con detalle los ciclos políticos, la burocracia, los agentes y grupos de presión, etcétera.

Tampoco hablo de política "partidista" en la universidad, aunque mis alumnos suelen imaginarse, sin demasiada dificultad, cuáles son mis ideas. Durante años he repetido que el hecho de que fuera elegido un presidente negro para la Casa Blanca ha sido uno de los grandes avances de la humanidad.

Y ahora pienso lo mismo si es elegida una mujer.

En 2006 publiqué una novela ("La paz de febrero"), que escribí solo en tres años -la más rápida de todas mis novelas-, como reacción a la invasión injusta e ilegal de Irak, con el apoyo implícito del gobierno español y que se desarrolla durante los días en que duró la invasión. Es verdad que escribí una historia de ficción, no un panfleto, con múltiples resonancias cinematográficas (el protagonista es guionista), musicales (el disco "Lágrimas negras" y la ópera "Dido y Eneas") e incluso ecologistas (soy miembro de Greenpeace desde hace años).

Lo que tengo claro es que un escritor y profesor universitario debe escribir y denunciar las injusticias, pero sin insultar ni faltar al respeto a nadie, aunque piensen de forma distinta a la suya.

(Y lo que también puede hacer ese escritor y profesor es brindar por la democracia en Estados Unidos, España, Francia y todas partes con un estupendo vino francés, mientras recorre el Sena en barco antes al atardecer).

1 comentario:

  1. ¡Qué gran novela, La paz de febrero” publicada en 2006 por HUERGA y FIERRO EDITORES vemos que se la puede encuadrar en una novela de tipo social y de compromiso donde que se inicia con la inmensa manifestación en la capital de España en contra de la inminente guerra de Irak. Muchos gritaron un “no” a la guerra, entre la Plaza de Atocha y la Puerta del Sol, muchos en contra de la injusticia humana, la lucha y la guerra. Con una manifestación en contra de la Guerra de Irak se inicia el mundo ficcional de La paz de febrero; su protagonista, Luis Seoane acompañado de su mujer, Natividad; Josefina Arbisu y Pedro Cobos, sus padres adoptivos, sus dos hijas Beatriz de 17 y Lupe de 16, numerosos amigos comunes y del trabajo discurren coreando un ¡No a la guerra! por la calle de Alcalá entre risas, cantos y sueños sin los grises que disparen pelotas de goma en contra de los manifestantes. En una auténtica fiesta se van presentando los personajes donde queda patente el sentido recto del camino que cada uno debe seguir para llegar a un objetivo en el que, “la ciencia y el arte deben oponerse a la glorificación de la mentira” (p. 14).

    Aparece desde el principio de la trama, la dualidad de la verdad y la mentira donde queda la ambigüedad por medio. Una mujer de “bandera”, luchadora y valiente, experimentada y muy trabajadora permanece al lado del protagonista revelador antihéroe - como dice Juan Angel Juristo Gonzalez en su crítica - tiene rasgos y gestos del antihéroe del siglo XX, es decir se construye desde la contradicción o se rige por valores alternativos que el propio autor, pueda asumir o incluso inculcar a sus lectores pero en la estructura narrativa, visto desde el punto de vista funcional coincide con las funciones de héroe en las acciones que realiza y en las estructuras espacio-temporales de la trama.

    Excelente el trabajo de Justo Sotelo en esta novela y no solo en ella sino en todas las declaraciones de injusticias humanas que comparte con todos sus amigos, reflexiones que incitan al diálogo y la controversia. Novela de compromiso ético y social como el que tiene y manifiesta a diario en este muro y en otros lugares. Sin duda un hombre coherente y de "principios" donde exalta los derechos humanos y los valores por encima de todo.

    Un abrazo Justo!

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