Hace poco ocurrieron cosas sorprendentes en el interior de tu coche. Habías dejado atrás la A-6 y te dirigías hacia el Escorial. De vez en cuando te gusta irte lejos de Madrid y pasear por el campo en soledad.
Te detuviste al lado del pantano para buscar los Cuartetos de Beethoven. Te apetecía escuchar el Opus 131, una de tus obras preferidas. Sin embargo, lo primero que encontraste en el asiento de atrás fue un pañuelo de mujer, verde, con flecos. Olía a colonia, exageradamente, pero no recordabas que hubieras estado con nadie que usara ese perfume. Lo curioso es que debajo del pañuelo había una novela de Isabel Allende que no podía ser tuya, ya que nunca has leído una obra de esa escritora, y unas medias transparentes de cristal. La derecha tenía una raya de arriba abajo y la otra estaba bastante estropeada.
Te detuviste al lado del pantano para buscar los Cuartetos de Beethoven. Te apetecía escuchar el Opus 131, una de tus obras preferidas. Sin embargo, lo primero que encontraste en el asiento de atrás fue un pañuelo de mujer, verde, con flecos. Olía a colonia, exageradamente, pero no recordabas que hubieras estado con nadie que usara ese perfume. Lo curioso es que debajo del pañuelo había una novela de Isabel Allende que no podía ser tuya, ya que nunca has leído una obra de esa escritora, y unas medias transparentes de cristal. La derecha tenía una raya de arriba abajo y la otra estaba bastante estropeada.
Decidiste mirar en el maletero. Siempre lo llevas repleto de libros y discos, pero supusiste que no tendrías ningún problema en encontrar la obra que querías. Levantaste varios discos y debajo de la Sinfonía Heroica viste un lápiz de labios rojo, que manchaba de carmín el rostro serio de Beethoven. A su lado había un bote de esmalte de uñas y unos cuantos pelos rubios, largos y suaves, mezclados con otros negros, también largos. Dejaste la Tercera en su sitio rápidamente y seguiste el registro, aunque con algo de temor. Estabas convencido de que en cualquier momento empezarían a surgir, por arte de magia, prendas de ropa interior o algo parecido.
Por fin te diste por vencido, arrancaste el coche y aquello se llenó de besos. Beethoven no dejaba de reír.
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ResponderEliminarUn relato fantástico de Sotelo que se ancla entre el tiempo y el espacio cortazariano y la representación de las pasiones en la literatura erótica donde el escritor Octavio Paz aúnan los deseos, los sueños, el erotismo, el sexo, etc…y lo refleja en su famoso ensayo "La llama doble"; queda patente una vez más el tema del amor en el que las pasiones se enfatizan en la literatura. El imaginario de las sensaciones que manifiesta la sexualidad y el erotismo se expresa mediante una gran variedad de estímulos en el cuento que hoy une erotismo y literatura, eros y poesía, olvido y represión desde punto de vista del psicoanálisis de Freud. El narrador interpela un personaje en 2ª persona, le introduce en la trama y nos presenta una serie de estímulos auditivos (los Cuartetos de Beethoven. Te apetecía escuchar el Opus 13); visuales (un pañuelo de mujer, verde, con flecos, una novela de Isabel Allende y unas medias transparentes de cristal, a su lado había un bote de esmalte de uñas y unos cuantos pelos rubios, largos y suaves, mezclados con otros negros, también largos); olfativos (colonia, perfume); táctiles (besos como metáfora)… De ese modo la estética del mundo ficcional narrativo que crea el autor introduce formas, colores, olores, sonidos amueblando un mundo eróticamente estético. Para Freud luchan deseos inconscientes y prohibiciones sociales en relación al erotismo y al sexo. ¿Existe en el relato metaliterario un deseo reprimido y olvido voluntario para ocultar un escenario erótico?
ResponderEliminarUno de los grandes intelectuales Foucault en su libro “La voluntad del saber”, concluye que las relaciones de poder según el autor, están relacionadas con el sexo no como una represión sino como una red productiva”. Curiosamente el poder de la mente a través de la oposición binaria de recuerdo/olvido alcanza el erotismo perfecto para introducir la risa de un personaje inmigrante como crea Justo Sotelo en la música de Beethoven, es decir, un personaje del mundo real que el autor lo introduce en su mundo ficcional.
¿El coche escenario del relato, en medio de la sierra de Madrid, se convirtió en un sueño semejante al de Cortázar en sus textos y traspasó las barreras espacio-temporales para asemejarse a un relato fantástico? El erotismo en el relato alcanza su máxima expresión como metáfora del alma-cuerpo del ser humano a través de la literatura y así por arte de magia, aparecen y desaparecen sensaciones en un halo de misterio, mezcla de ficción y realidad del autor.
¡La ITV del coche estaba pasada! Enhorabuena por el maravilloso cuento. Un beso Justo
Siempre Cortázar y Paz, Almudena, tienes razón. Un estupendo y habitual comentario por tu parte. Un beso.
ResponderEliminarDudo si calificar el relato de:Onírico, erotico o esotérico....Pero sin duda bellísimo...Buen fin de semana Justo.
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