sábado, 12 de noviembre de 2016

En la muerte de Francisco Nieva.

El teatro español también está de luto.

Francisco Nieva tal vez no posea la trascendencia mediática de Leonard Cohen, pero yo lo recuerdo con afecto. Ayer estuve bastante perdido; aun así, un amigo me envió un Wasap para decirme que había muerto.

Lo primero que recordé con el móvil en la mano es que hace años estuve con unos amigos dramaturgos en su casa de la plaza de Tirso de Molina, tras ver en el teatro Bellas Artes (un lugar donde empecé a entender en directo de qué iba esto del teatro, junto a los teatros María Guerrero, Español y la Comedia) su obra "Te quiero, zorra".

Era considerado como "el mejor hombre de teatro de España desde Valle Inclán". Amaba la belleza, la innovación, el riesgo y el exceso. Le interesaban más la literatura y el lenguaje que la trama, donde incrustaba sus múltiples personajes esperpénticos.

Nació en Valdepeñas (Ciudad Real), en 1924. Siendo muy joven se trasladó a Madrid para estudiar pintura en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Formó parte del movimiento de vanguardia conocido como "Postismo", que trataba de ser la síntesis de todas las vanguardias literarias anteriores.

En 1948 viajó a París donde vivió hasta 1963. En París conoció a Genet, Ionesco, Beckett y Adamov, entre otros muchos escritores. En 1971 publicó su primera obra, “Es bueno no tener cabeza”, iniciando así una extensa y brillante producción que le llevó a obtener alguno de los premios más importantes de la literatura en castellano. Fue miembro de la Real Academia de la Lengua.

En una revista de investigación teatral he encontrado un buen artículo sobre "Te quiero, zorra", una obra que tiene cosas de Kafka, Dumas y Apuleyo, por si a mis amigos os apetece leerlo y profundizar en la obra de uno de los grandes escritores españoles. El artículo pretende relacionar la fantasía ("metamorfosis parcial" en el caso de Nieva), la puesta en escena y las ideas del escritor.




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