El teatro español también está de luto.
Francisco Nieva tal
vez no posea la trascendencia mediática de Leonard Cohen, pero yo lo
recuerdo con afecto. Ayer estuve bastante perdido; aun así, un amigo me
envió un Wasap para decirme que había muerto.
Lo primero que
recordé con el móvil en la mano es que hace años estuve con unos amigos
dramaturgos en su casa de la plaza de Tirso de Molina, tras ver en el
teatro Bellas Artes (un lugar donde empecé a entender en directo de qué
iba esto del teatro, junto a los teatros María Guerrero, Español y la Comedia) su obra "Te quiero, zorra".
Era considerado como "el mejor hombre de teatro de España desde Valle
Inclán". Amaba la belleza, la innovación, el riesgo y el exceso. Le
interesaban más la literatura y el lenguaje que la trama, donde
incrustaba sus múltiples personajes esperpénticos.
Nació en
Valdepeñas (Ciudad Real), en 1924. Siendo muy joven se trasladó a Madrid
para estudiar pintura en la Real Academia de Bellas Artes de San
Fernando. Formó parte del movimiento de vanguardia conocido como
"Postismo", que trataba de ser la síntesis de todas las vanguardias
literarias anteriores.
En 1948 viajó a París donde vivió hasta
1963. En París conoció a Genet, Ionesco, Beckett y Adamov, entre otros
muchos escritores. En 1971 publicó su primera obra, “Es bueno no tener
cabeza”, iniciando así una extensa y brillante producción que le llevó a
obtener alguno de los premios más importantes de la literatura en
castellano. Fue miembro de la Real Academia de la Lengua.
En una
revista de investigación teatral he encontrado un buen artículo sobre
"Te quiero, zorra", una obra que tiene cosas de Kafka, Dumas y Apuleyo,
por si a mis amigos os apetece leerlo y profundizar en la obra de uno de
los grandes escritores españoles. El artículo pretende relacionar la
fantasía ("metamorfosis parcial" en el caso de Nieva), la puesta en
escena y las ideas del escritor.
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