Hace meses escribí en
esta red social en torno al Octavo Centenario de la Universidad de
Salamanca que se conmemora este año, y una exposición sobre Unamuno en
esa ciudad.
En la tertulia de ayer por la tarde en el Café Gijón
nuestro tertuliano Antonio Infante nos habló de un tema curioso e
interesante relacionado con este asunto. Lo tituló "Atilano Coco,
historia de una carta". En la Casa Museo de Unamuno en Salamanca se
puede ver la carta que Enriqueta
Carbonell, esposa del maestro protestante Atilano Coco (en la segunda
fotografía), le envió al rector para que intercediera por la vida de su
marido. Esta carta es el único papel que tenía Unamuno en su chaqueta
durante el famoso acto en el Paraninfo de la Universidad el 12 de
octubre de 1936, y fue donde él tomaba notas sobre lo que iban diciendo
los intervinientes en el acto (como se observa en la tercera foto).
Atilano Coco era natural de Guarrate (Zamora), y se cree que murió
fusilado a finales de ese mismo año, a pesar de que nunca se encontró su
cadáver.
Es conocido el enfrentamiento dialéctico entre Unamuno y el general Millán Astray, aunque existen varias versiones. En un momento determinado el fundador de la Legión dijo aquello de "muera la inteligencia" y Unamuno le contestó con la frase que me ha servido para encabezar este post. Había escrito en el dorso de la carta lo de "vencer y convencer", como se puede apreciar. Ocurriera o no de esta forma, lo que está claro es que, con cualquier guerra, siempre muere la inteligencia. Y más si es una Guerra Civil.
Me gustó la exposición de Antonio, la emoción que puso para contarnos esta historia.
Es conocido el enfrentamiento dialéctico entre Unamuno y el general Millán Astray, aunque existen varias versiones. En un momento determinado el fundador de la Legión dijo aquello de "muera la inteligencia" y Unamuno le contestó con la frase que me ha servido para encabezar este post. Había escrito en el dorso de la carta lo de "vencer y convencer", como se puede apreciar. Ocurriera o no de esta forma, lo que está claro es que, con cualquier guerra, siempre muere la inteligencia. Y más si es una Guerra Civil.
Me gustó la exposición de Antonio, la emoción que puso para contarnos esta historia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario