Mientras me tomo el primer café del día, observo esta fotografía y
pienso en las "Iluminaciones" de Walter Benjamin a la hora de aclarar e
iluminar nuestro pensamiento. Esta época evoluciona con rapidez y cada
día ocurren muchas cosas que se olvidan rápidamente. El pensamiento debe
tener otro ritmo si quiere servir a la libertad. Sus retos son
epistemológicos, éticos, políticos, científicos, artísticos.
En el post de ayer me referí a esta presentación de "Entrevías mon amour"
en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, con Fernando Rodríguez
Lafuente y Joaquín Leguina. Recuerdo haber charlado con Leguina sobre
este asunto relativo al pensamiento de Benjamín, tras bromear sobre su
gran parecido físico con el filósofo alemán.
Benjamín se suicidó en Port Bou (Gerona), uno de mis lugares favoritos
de este país (donde termina mi novela), en la frontera española con
Francia, porque las autoridades franquistas se negaron a concederle un
visado para llegar a Portugal y de ahí a Estados Unidos mientras huía de
los nazis. No puede olvidarse que, intelectualmente, se sentía bastante
abandonado, apenas relacionado con la Escuela de Frankfurt. Siempre me
gustó su idea de la "percepción del aura" y su discusión con Adorno
sobre ello. Por otra parte, es conocido que Leguina fue presidente de la
Comunidad de Madrid y ha escrito algunas novelas notables y Rodríguez
Lafuente fue director del Instituto Cervantes en Madrid, Director
General del Libro y del Cultural del ABC, entre otras cosas, además de
haberme dado clase en la Universidad Complutense en la asignatura de
"Crítica Literaria" y codirigirme la tesis sobre Haruki Murakami.
Observo la foto de 2010, apuro la taza de café y pienso que el
aventurero perdido en el desierto no se detiene en ninguna parte, algo
que me he dicho muchas veces. Es consciente de que su objetivo es
encontrar la tierra prometida de la libertad, sobre todo interior.
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