Ese
señor tan guapo que está a mi derecha en la foto, y es catedrático de
literatura de la Universidad Complutense, y yo hemos cogido la costumbre
de despedirnos cada martes de tertulia en una determinada esquina de la
ciudad. Ahí hablamos de todo un poco, de literatura y de la vida, del
paso del tiempo y de cómo crecen las plantas mirando a la eternidad de
la sierra nevada o simplemente acariciada por el sol. Porque todo poeta,
y Javier lo es, guarda en su interior una montaña y un mar nevados
donde brilla el sol. Eso no lo sabe mucha gente, pero yo sí.
Supongo que en esas esquinas se encuentra la poesía cotidiana de la vida, la que no está en los libros.
Supongo que en esas esquinas se encuentra la poesía cotidiana de la vida, la que no está en los libros.
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