sábado, 25 de enero de 2025

"El cine como creación".



 
Empieza 2025 y continúo recordando una película de 2023, "Perfect Days", de Win Wenders. Las demás casi se me han olvidado. Ayer se estrenó en España "El brutalista", de Brady Corbet, y es posible que dentro de dos años la siga recordando. Había leído que tenía cosas de "El manantial", de Vidor, "Érase una vez en América", de Leone y "El padrino 2", de Coppola, incluso de su exagerada última película, "Megalópolis". Como yo voy al cine a aprender, reflexionar y sacar ideas para lo que escribo (me ocurre igual con los rostros de la gente del Metro o el autobús, los libros que leo, los conciertos que escucho o las exposiciones que recorro), ayer me fui a verla. Y es todo eso y alguna cosa más que se me escapa después de tres horas y media y un intermedio de diez minutos. La arquitectura "brutalista" se define por su minimalismo, la exposición de las materias primas utilizadas y el hecho de que los rayones e imperfecciones formen parte esencial del diseño. László Tóth (Adrian Brody recuerda, inevitablemente, a su papel en "El pianista" de Polanski) es un arquitecto húngaro judío que sobrevive al Holocausto y que emigra a los Estados Unidos sin su esposa y su sobrina. Sus sufrimientos, su lesión en la nariz y otras cicatrices y desgastes cuentan su propia historia, como si estuvieran enriquecidos como las estructuras que creó en Hungría y las heridas del Holocausto. En Filadelfia conoce al millonario Harrison Lee Van Buren (Guy Pearce), y después de una confrontación inicial, este lo contrata para que construya un inmenso edificio en lo alto de una colina. Es el eterno juego entre el mecenas rico e inculto y el artista pobre y genial:
 
Es una película compleja y profunda, bastante oscura, triste y dura. Mientras me tomo el primer café de la mañana me fijo en las dos fotografías que dejo por aquí, el cartel de la película y la que me hice a la salida de los cines Princesa. Mi fotografía es como el reverso de la otra. La película es el otro lado del sueño americano, pero también del sueño europeo de democracia e inteligencia que nos llevó sin apenas darnos cuenta al Holocausto. Cualquier tarde de estas la veré de nuevo porque creo que se me han escapado muchos símbolos y metáforas. Estoy leyendo varios libros a la vez. Todo forma parte de mi sentido holístico de la existencia.

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