El de piedra es el rey, claro, pero debo reconocer que algunos de mis amigos me tratáis como un rey, aunque no sea un "rey mago" como Melchor. Mientras me tomo el primer café de esta hermosa mañana, mágica y fantástica para mucha gente, como esos locos bajitos de los que hablaba Serrat, recojo dos de los comentarios que he leído recientemente por aquí. El primero es de Walter Lazo García, que dijo que yo "escribo para vivir en libertad". El segundo es de Waldina Valladares que dijo que "has hecho mil cosas, pero aún no has escrito en mi piel". Me parece que son ideas que reflejan bien el sentido del escritor y la literatura. Y como soy un romántico y "un enfant terrible", como me calificó el otro día M Jesús Egmont, me voy a subir al coche dentro de un rato para seguir viendo ese cielo y ese mar de la foto mientras escucho la Sinfonía Fantástica de Berlioz, una verdadera revolución en su época, y por tanto en todas las épocas. Esto me recuerda la conversación que tuve el otro día con la filóloga, profesora y actriz Yolanda Brown, en la Plaza Weyler de Santa Cruz de Tenerife (ella sigue elaborando una tesis doctoral sobre mi obra literaria en la Universidad Autónoma de Madrid). Yoli hablaba de ser moderno en cada momento para gustar a la gente de tu época, y mencionó a no sé qué actor que es el que se lleva de calle a las chicas, que se hizo famoso en una serie que por lo visto se llamaba Física y Química, con su barba de dos o tres días y su forma de vestir, y yo le decía que eso está muy bien, pero no podemos ser anacrónicos. Ser famoso hoy, como en cualquier época, es dejar de serlo pasado mañana, y cosas así. La obra de arte de verdad, la que queda, lo es en cualquier tiempo, aunque los gustos cambien con las modas. Y Berlioz nos dejó su Sinfonía Fantástica para constatarlo. Elaborada desde lo más alto -el mundo de Beethoven- influyó en todos los que llegaron después, como Wagner, y sentó las bases de la orquesta moderna, con lo que eso ha influido en el cine y demás:
Lo que yo pretendo es que que cada obra que publico sea diferente de la anterior, mientras escribo en la piel de quien me lee.
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