jueves, 16 de enero de 2025

"Siempre me ha gustado colarme en las fiestas".


 
El domingo pasado Antonio Beltrán Vidal, amigo de esta red social, pero al que aún no conozco personalmente, me envió la fotografía del último libro que he publicado, con las siguientes palabras (me gusta ese lápiz que aparece entre sus páginas, lo que significa que está subrayando y tomando notas):
 
"Madre mía, Justo. Esto es la vuelta al Universo en un solo libro. Estoy leyéndolo por fin, estoy encantado de la vida. Mil gracias".
Me gusta la alusión que hace a la vuelta al Universo en un solo libro porque esto es lo que busco cada vez que escribo, "la universalidad de la belleza", intentando crear objetos estéticos con capacidad de "sugerencia sentimental" para el que los lea, como diría mi maestro Antonio García Berrio. Este es el sentido que tiene la literatura. No me molestan las críticas de la posmodernidad a esa universalidad, que podrían comenzar en Nietzsche y terminar en Derrida, pasando por la Teoría de la Recepción. Mi mente, que también es científica y posee un sentido holístico de la realidad, lo que hace es asimilarlas, incluirlas también en ese "universo" de la creación. Y por eso ahora me tomo el primer café de la mañana pensando que es bonito que tu lector esté "encantado" de la vida leyendo tu libro. Como dijo Eloy Tizón en nuestra última tertulia, es hermoso que un lector te escriba un correo electrónico, desde donde sea, desde cualquier lugar de España o del extranjero, y te comente las impresiones que obtiene de la lectura de tu libro. Antes se mandaban cartas a los artistas (casi como las de amor de Cecilia en noviembre), y ahora Wasaps, correos electrónicos o mensajes por Facebook, Instagram o Linkedlin). Como me dijo el otro día un compañero muy majo de la Universidad para felicitarme el Año Nuevo, que ha sido mi jefe durante unos años (y a pesar de ello me cae bien), "Justo, sigue colándote en todas las fiestas, que es como colarte en la mente de cada lector":
 
A lo largo de mi vida me han echado (y me he echado) de muchos trabajos, pero de lo que nadie me ha echado es de su corazón.

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