sábado, 2 de septiembre de 2017

Mis cuentos en el Corte Inglés.

Una vez un amigo, que me quería mucho, me regaló un equipo de música. Se pasó por el Corte Inglés de Castellana y lo compró. Cuando me lo trajeron a casa, no funcionaba. Se lo dije a los de la tienda y, como no tenían otro igual, me ofrecieron uno que costaba el doble.

El caso es que ahora observo cómo el Corte Inglés vende mis libros y me hace gracia. Ayer María Victoria Huertas puso en mi muro esta foto, tras decirme que acababa de comprar los "Cuentos de los otros", y yo recordé la anécdota. También recordé una de las músicas que más habré escuchado en ese tocadiscos, la Segunda Sinfonía de Sibelius, que dio lugar a uno de esos cuentos tras escucharla en uno de los Proms de Londres.

Esta es la música: 

https://www.youtube.com/watch?v=anrC1gca-qs

Y este es el cuento: "Sibelius en el Albert Hall".

"Llevaste un canapé a su boca y ella te ofreció a cambio un trozo de empanada. Se había arrodillado en un costado de la cama y sus pechos subían y bajaban frente a tus ojos mientras la comida penetraba en tu garganta.

Cuéntame otra vez la historia de ese concierto de Londres, dijo acariciando tus labios. Ya sé que eras muy joven y viajabas por primera vez a esa ciudad. También quiero que me digas que te alojaste en una residencia de estudiantes de la Universidad, al lado de Hyde Park. Que veías el edificio de la orquesta a todas horas y por fin sacaste las entradas para un concierto con obras de Respighi y Sibelius. Y que estuviste tumbado y sentado en el patio de butacas porque los Proms son así. Dime que aquella música te cambió la vida y que fuiste capaz de apreciar la belleza que existe en ese vacío inefable del Universo del que nace el arte como una delicada rosa en primavera. ¿Sabes por qué te amo? Voy a decírtelo. Porque representas la belleza humana y la felicidad.

No se me ocurre otra mejor manera de pasar la tarde que con ella en la cama, le digo por mi parte tras pasar el brazo por su espalda y acariciar el lunar de su cuello, comiendo canapés y escuchando la Segunda Sinfonía de Sibelius, con las trompetas y los violines repitiendo sin descanso la misma frase del final.

Hasta que llega al orgasmo entre mis brazos".

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