lunes, 6 de noviembre de 2017

"La fiesta de los calboches".

A veces lo "real" existe por comparación. La experiencia nos condiciona, nos obliga a formular nuevos paradigmas frente a descubrimientos que amplían lo "real". Lo que antes era inadmisible para la ciencia hoy es razonable para el profano, que considera que algo es "real" porque de alguna forma se lo impone su cultura.

La matemática se basa en la presunción de que determinados axiomas son ciertos y de ellos se obtienen conclusiones lógicas.

Podemos imaginar al "hombre primitivo" como un artista y un pensador, cuya "realidad" -aun fantástica para nosotros- se basa en los mismos principios de aceptacion utilizados para suponer que es la fuerza de la gravedad la que mantiene nuestros pies sobre la tierra, y no alguna diosa terriblemente posesiva.

Es tanta mi curiosidad por las cosas que me rodean que la visita a unos amigos este fin de semana me llevó a conocer la fiesta de los calboches. Me puse de pie frente al fuego, como Claude Lévi-Strauss, mientras los habitantes de un pequeño pueblo de la sierra de Francia, donde no viven más de 70 personas, me ofrecieron su amistad.

Antropológicamente hablando esta vida también es apasionante.
 
 

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