Abro un ojo, luego el otro, me tomo un café, escucho un concierto de
Mozart, leo un rato a Chéjov, me conecto a Facebook, leo el último
comentario al post de ayer.
Es de una amiga, Celestina Santos Duque,
donde dice que yo siempre estoy escribiendo cosas maravillosas. Busco
una foto de la presentación de este año de los cuentos en Madrid, donde
aparece ella junto a Carmen Arroba y Almudena Mestre. Recuerdo que estos días otros amigos han puesto fotos por aquí para decir que se están leyendo mis libros, como Javier García,
un amigo malagueño encantador y tan enamorado de Pessoa y Portugal como
yo, que se llevó los cuentos al restaurante "Pan y chocolate", que está
en Fuengirola, aunque viendo las fotos que puso podría ser cualquier
taberna de la preciosa capital de Cuba, y Azucena López-Cano,
una profesora de La Mancha tan soñadora como don Quijote, que pidió a
Papá Noel mi primer libro de cuentos, después de haber leído el segundo.
¿Por qué iba a escribir cosas que no son maravillosas cuando puedo hacer lo contrario?
(Por cierto, este es el Adagio de Mozart que estoy escuchando ahora mismo: https://www.youtube.com/watch?v=j8e0fBlvEMQ)
(Por cierto, este es el Adagio de Mozart que estoy escuchando ahora mismo: https://www.youtube.com/watch?v=j8e0fBlvEMQ)
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