sábado, 30 de diciembre de 2017

Escribiendo cosas maravillosas.

Abro un ojo, luego el otro, me tomo un café, escucho un concierto de Mozart, leo un rato a Chéjov, me conecto a Facebook, leo el último comentario al post de ayer.

Es de una amiga, Celestina Santos Duque, donde dice que yo siempre estoy escribiendo cosas maravillosas. Busco una foto de la presentación de este año de los cuentos en Madrid, donde aparece ella junto a Carmen Arroba y Almudena Mestre. Recuerdo que estos días otros amigos han puesto fotos por aquí para decir que se están leyendo mis libros, como Javier García, un amigo malagueño encantador y tan enamorado de Pessoa y Portugal como yo, que se llevó los cuentos al restaurante "Pan y chocolate", que está en Fuengirola, aunque viendo las fotos que puso podría ser cualquier taberna de la preciosa capital de Cuba, y Azucena López-Cano, una profesora de La Mancha tan soñadora como don Quijote, que pidió a Papá Noel mi primer libro de cuentos, después de haber leído el segundo.
¿Por qué iba a escribir cosas que no son maravillosas cuando puedo hacer lo contrario?

(Por cierto, este es el Adagio de Mozart que estoy escuchando ahora mismo: https://www.youtube.com/watch?v=j8e0fBlvEMQ)






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