domingo, 10 de diciembre de 2017

Hay algo místico en las bibliotecas públicas.

Aunque es un día festivo, entro en una de esas bibliotecas buscando un libro de Natsume Soseki. Unos amigos me han invitado a dar una charla en su colegio sobre este autor y quiero leer uno de sus libros que no encuentro por ninguna parte. De alguna manera Soseki es a la literatura japonesa lo que Galdós sería a la nuestra. Cuando preparaba la tesis sobre Haruki Murakami hice varios cursos de literatura japonesa y leí "Kokoro", "Botchan" y "El caminante", que me gustaron mucho.

Subo los escalones en dirección a la tercera planta mientras leo el anuncio de los próximos conciertos de Navidad, con obras de Bach, Glinka, Piazzola y Haydn. Me acerco a la estantería que va de la M a la S. Al lado del "gato" de Soseki me encuentro con mis "Cuentos de los viernes".

¡Hay tantos libros que nos esperan para ser leídos y para ser reescritos! Los libros saben tantas cosas. Saben que, a veces, las almas de las personas enamoradas no duermen por la noche. Se levantan de la cama sigilosamente, cogen de la mano al ser amado y vagan por la Tierra guiadas tan solo por sus latidos.

Amigos, ¿os han cogido el alma alguna vez por la noche?

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