Anochece lentamente. Paseo por una playa casi desierta. Apenas las
huellas de unos niños que corren con un perro. Las olas que van y
vienen, dentro y fuera de mí. A lo lejos se ven las luces del pequeño
pueblo. Este mar llega a todas las playas del planeta. En muchos lugares
la gente lee un libro mientras yo escribo unas reflexiones en el móvil.
Sus pies sienten la misma calidez del agua que yo. Estamos unidos,
aunque nos encontremos tan lejos. Anochece. El perro se me acerca
ladrando tímidamente. Se queda quieto a mi lado. Mueve las orejas y me
mira con curiosidad. Me recuerda al perro de mi amiga Yolanda,
que se llama Suerte. Siempre que voy se me echa encima. El coche está
lleno de arañazos. Son las marcas de sus patas. Como las huellas en la
arena.
La playa se llena de personas que leen un libro.
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