Va por Argentina, por su juicio histórico a los implicados en los
"vuelos de la muerte", para que no se repitan, ni allí ni en ninguna
parte. (Y también va por el juez Garzón).
Josefina Arbisu, la
madre de Luis Seoane -el protagonista de mi novela "La paz de febrero"
(2006)- es una periodista decidida a no olvidar esos hechos y otros
similares. En la páginas 95 y 96 se lee lo siguiente. Habla Luis (la
novela está escrita en primera persona) y también aparece Beatriz, la
hija de Josefina que está enamorada de él:
"La cría no dijo nada más hasta que se subió al coche, y allí dentro
terminó por derrumbarse. La abracé y la dejé llorar un buen rato antes
de arrancar el motor. Durante el camino de vuelta a casa, en cambio,
Beatriz no dejó de hablar. Me dijo que había participado en la redacción
del último artículo de su madre, que lo habían escrito a medias,
juntas, llorando y riendo a la vez. Había sido algo maravilloso, pero
también triste, profundamente triste.
Los dos artículos vinieron a mi mente de golpe y adquirieron un significado distinto al que habían tenido para mí hasta ese instante.
"¿Qué me dicen del secuestro de esos niños, de la adopción de esos niños por parte de los que asesinaron a sus padres? (...) Recordemos que las Abuelas siguen buscando a los descendientes de sus hijos desaparecidos durante el régimen ominoso y que hay causas que están durmiendo en el olvido porque no existía la posibilidad de juzgarlas en aquel país. Estas causas deben activarse: hay más de mil seiscientas personas responsables de terrorismo de estado que tendrían que ser juzgadas. Las leyes exculpatorias, promulgadas en 1986 y 1987 durante el gobierno de Raúl Alfonsín (1983-1989), evitaron que muchos de los presuntos represores que violaron los derechos humanos durante la dictadura fueran juzgados (...) Recordemos, porque hay que recordarlo aunque parezca cruel, porque no se nos puede olvidar, que alrededor de treinta mil personas desaparecieron durante la dictadura militar (...)
(Supongo que ser escritor también es para esto).
Los dos artículos vinieron a mi mente de golpe y adquirieron un significado distinto al que habían tenido para mí hasta ese instante.
"¿Qué me dicen del secuestro de esos niños, de la adopción de esos niños por parte de los que asesinaron a sus padres? (...) Recordemos que las Abuelas siguen buscando a los descendientes de sus hijos desaparecidos durante el régimen ominoso y que hay causas que están durmiendo en el olvido porque no existía la posibilidad de juzgarlas en aquel país. Estas causas deben activarse: hay más de mil seiscientas personas responsables de terrorismo de estado que tendrían que ser juzgadas. Las leyes exculpatorias, promulgadas en 1986 y 1987 durante el gobierno de Raúl Alfonsín (1983-1989), evitaron que muchos de los presuntos represores que violaron los derechos humanos durante la dictadura fueran juzgados (...) Recordemos, porque hay que recordarlo aunque parezca cruel, porque no se nos puede olvidar, que alrededor de treinta mil personas desaparecieron durante la dictadura militar (...)
(Supongo que ser escritor también es para esto).
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