miércoles, 26 de junio de 2024

"¿Cuál es el sueño de cualquier escritor?"


 
 
No es ganar dinero o que te regalen premios literarios. Y tampoco es ser famoso o que digan que eres el mejor escritor del mundo. El sueño de cualquier escritor, y cualquier hombre, es que te coman de arriba abajo, jeje. 
 
Esto viene a cuento por lo siguiente.
 
En el post de ayer dije que Juan Murillo Castillejo me había llamado sibarita y Silvia López dijo: "Incluso te han convertido en un Dulce de 3 Chocolates", y compartió la foto de esa tarta con mi rostro en la portada del ensayo de Almudena Mestre sobre mi obra literaria. Me la hicieron ellas dos para celebrar mi cumpleaños durante una tertulia. Y fue cuando respondí a Silvia lo que he escrito más arriba. Siempre digo que Cervantes, Stendhal y Borges, por mencionar a tres grandes escritores de siglos distintos, habrían dado todo lo que tuvieran por parecerse a Lope de Vega, lord Byron y Girondo, que ligaban mucho más que ellos y se llevaban a todas las señoras de calle.
 
Y, desde luego, me gustaría saber quién se llevó a la boca el trozo relativo a los recuerdos de mi tarta de chocolate, esos con los que soñaba unicornios que se escapaban de una novela o una película. La imaginación es producto del inconsciente, eso ya se sabe. ¿Todo es literatura, hasta el inconsciente? En ese sentido recuerdo la obra de Jean Piaget, el psicólogo y epistemólogo suizo que expliqué en la asignatura del "Método científico" a lo largo de varios años. El desarrollo cognitivo es cosa suya. En su opinión el protagonista del aprendizaje es el propio aprendiz y no tanto sus maestros y tutores, y de esa forma destaca la autonomía de cada individuo. Este realiza sus propios esquemas partiendo de la abstracción, ya que todo en la vida es un descubrimiento continuo. Lo que olvidaba Piaget (e incluso a veces me ocurre a mí mismo) es cuanta azúcar puede ponerse al bombón y a la tarta, es decir, el contexto cultural donde la fábrica de chocolate recibe los permisos necesarios para fabricar sueños.
Escribo todo esto mientras escucho la Sinfonía de Berio (1968), con el tercer movimiento y sus citas a Mahler (ya que ayer hablé de su Sexta sinfonía) y las citas a "El innombrable", de Beckett. En "Obra abierta" (1962), Eco propuso que cualquier escrito es infinitamente polisémico. Barthes (1967) afirma que la historia de la literatura debía asumir “la muerte del autor” y abandonar la explicación de una obra mediante el recurso a las intenciones y el contexto de escritura. Jauss e Iser fueron exponentes en este sentido. La música no es la primera de las artes que adopta la apertura de la forma; antes bien recibe la influencia de otras artes, en particular de la literatura. Por ejemplo, Boulez con la obra literaria de Mallarmé; Cage con textos de Joyce, Earle Brown con creaciones plásticas de Calder. Cada uno de estos compositores ofrece una distinta visión indeterminista del proceso creativo en composición. Lo importante es el despliegue de recursos diversos, incluso opuestos entre sí, frente a la tendencia generalizada del discurso determinista. Entre las obras literarias de referencia en cuanto a la apertura de la obra es necesario recordar "Ulises" de Joyce (1922), "Rayuela" de Cortázar (1963) o "Cien Mil Millones de Poemas" de Qeneau (1961).
 
En esto anda mi visión del arte y la ciencia, y por tanto de mi literatura:
 

martes, 25 de junio de 2024

"Eres un sibarita".

A lo largo de mi vida me han llamado de todo. Desde extravagante y excéntrico con 16 años solo porque llevaba libros en los bolsillos de la chaqueta, pensaba por mí mismo, escuchaba a Mahler y jugaba al tenis en la Ciudad Universitaria de Moncloa (además de bañarme en su piscina), hasta pijo intelectual, jipi a lo Berkeley, santo laico, yuppie triunfador, espíritu independiente y libre, judío neoyorquino, romántico apasionado y empedernido, Bobo (bourgeois bohemian) o viajero incansable. Ayer Juan Murillo Castillejo me llamó sibarita por aquí, y recordé entonces que Síbaris fue una ciudad del golfo de Tarento, en Italia, célebre por la riqueza y el refinamiento de sus habitantes. ¿Escuchar la maravillosa Sexta sinfonía de Mahler, como hice ayer hasta tres veces seguidas, será tener un gusto refinado? ¿O irme hasta la Universidad de Letras de Lleida para hablar de mi Pacino, como en esta fotografía de hace poco?
 
En esta versión de la Sinfónica de Galicia, el andante va en segundo lugar, en lugar de en tercero. Es una sinfonía con forma sonata, y Mahler se inspiró en un viaje por los Dolomitas. En esos momentos era feliz con Alma, y es lo más parecido al humanismo renacentista que he encontrado entre los siglos XIX y XX. En algunos lugares la obra raya el límite de la tonalidad con la utilización del cromatismo progresivo. Esto apunta claramente a la Novena sinfonía (mi obra favorita del compositor, y también de Bernstein), en la que Mahler finalmente dejó atrás el espacio tonal y encuenta su camino hacia la trascendencia de la música:
 
(Por cierto, mirando la foto me veo algo de barriga; voy a tener que dejar de comer pasteles y beber champán).
 

 

lunes, 24 de junio de 2024

¿Qué es el mundo sin amor?


 
Leyendo "Summarium 25", de Miguel Ángel Yusta (Zaragoza, 1944), como si estuviera en la terracita acristalada de un café de París en Saint-Germain-des-Prés, pero en la calle Princesa de mi barrio de Argüelles de Madrid, un apacible domingo por la mañana de este nuevo verano (cada cual celebra la Víspera de San Juan como más le gusta, y también recuerdo las hogueras de otros años en la playa de Martiánez del Puerto de la Cruz o de la playa de Alicante). Es una selección de su obra que nos lleva desde el año 1999 hasta la actualidad, desde un cierto aroma a Juan Ramón y Luis Cernuda de "Peregrino de ausencias" (2006), "Teoría de luz" (2007) y "Reloj de arena" (2008), pasando por la llamada poesía de la experiencia a lo Ángel González, de "Ayer fue sombra" (2010) con ese "nací por la mañana /un domingo de marzo", y libros posteriores, hasta llegar a una "poeticidad" posmoderna en "Postludio" (2022). La elegante edición que acaba de publicar Huerga y Fierro contiene un cariñoso e inteligente prólogo del poeta Félix Maraña.
 
Yusta me lleva cariñosamente de la mano por la música y el cine en su "descapotable de juguete" durante esas "noches de insomnio y fantasmas", más como pasajero de otoño que de verano por París, Roma y Grecia, siempre mirando hacia la infancia y hacia la belleza. Su discurso poético posee una forma interior cuidada y milimétrica repleta de amor, aunque también de dolor y de olvido, de memoria y de silencio, de música y de realidad. Nos dice que "más grande es el dolor cuanto más se ama", aunque si me pusiera a hablar con su "voz poética" quizá le diría que "más grande es el amor cuanto más se ama". Y lo hago porque esa "sustancia interior" a lo Welleck y Warren que siempre busco para comprobar la calidad de un poema o conjunto de poemas (mi mente todo lo ve en conjunto, para eso es también la de un científico) me da la razón en el cuarto de siglo de "poesía interior" de Miguel Ángel Yusta. Por eso ayer pensaba en las ciencias del espíritu que aprendí en la obra de Wilhelm Dilthey, con las funciones sociales del creador, la gramática, la retórica, la lógica, la estética, la ética y demás disciplinas que han surgido porque el individuo toma conciencia y reflexiona sobre su propia actividad. Todas estas ciencias tienen carácter histórico, y forman una unidad porque incluyen lo que Domínguez Caparrós llama "el análisis de la vivencia total del mundo espiritual". Y esto es lo que ha logrado, a mi entender, Miguel Ángel Yusta con este volumen de poemas o de fragmentos de su espíritu. Después de todo "París me iluminó -nos dice el poeta, y yo lo leo en un café que podría ser Flore o Le Deux Magots-, en los primeros años de sombras y me enseñó que el amor puede tener la forma de un abrazo, de una estación llena de emigrantes, de la visión de Notre Dame o del ardiente corazón de una muchacha de ojos inmensos".
 
Mientras me bebo el primer café de la mañana, tomo el libro que leí ayer hasta dos veces y busco la página 121, antes de pasar estas reflexiones a mi blog:
 
"Mogambo".
 
Tarde de cine de un domingo viejo.
Su mirada me baña en la penumbra
-intervalos de luz
vacíos de palabras-
y sus manos se aprietan a las mías
en la fila de los besos furtivos.
En la pantalla, celos y despecho,
Ava Gardner compite con la fiera
y sus pasos retumban en la sala
mientras Grace nos asombra
convertida en hermana por gracia del censor.
Nosotros nos miramos y comprendemos poco
pero tal vez Clark Gable, un hombre duro
bregado en mil batallas,
entienda más de amores pasionales
que unos adolescentes asustados.
Tardes de cine de domingos viejos
en un país dormido.
Tiempos de oscuridad y de mentiras
donde tan sólo quedan ilusiones
en los ojos amados de la fila postrera,
atentos a esa mínima ventana luminosa
hollada tantas veces
por la inicua tijera del servil.
A la salida del modesto cine
regresa lo más gris de la existencia
y me aprieto a la almohada por la noche,
añorando su cuerpo,
mientras abrazo sueños imposibles
de películas en tecnicolor".
.............................
 
Y en este momento se apagan las luces de la sala:
 
Después de todo nuestra vida es lo que recordamos y lo que nos recuerdan.

domingo, 23 de junio de 2024

"Mientras paseo por el parque del Retiro, pienso que me gustan Madrid, España y Murakami".


 
"Tú, Justo, eres poesía, pero no te lo decimos porque sería cursi, pero lo pensamos. Este verano cuando vaya a Madrid buscaré la verdadera cara de España, esa España nuestra como decía Cecilia, tan traída y llevada por las mareas que crean tempestades donde debería haber calma contemplada por los dioses y los habitantes del proceloso mar de esta península llena de belleza". Son palabras que escribió el otro día por aquí desde Nueva York Juana Martinez Lopez-Prisuelos. Unos días antes había compartido esta fotografía leyendo mi libro sobre Murakami en el Central Park. Hablando de parques, en la última Feria del Libro de Madrid, el escritor Lorenzo Rodríguez estaba firmando en una caseta del Retiro, vio pasar a mi hijo, le paró y le dijo: "Eres clavadito a Justo Sotelo, así que tienes que ser su hijo". Lorenzo me entrevistó, en su día, en la TV de Periodista Digital para hablar de Murakami:
 
Supongo que a nadie le parecerá mal que yo sea un cursi romántico de Chamberí, un barrio de Madrid, la ciudad más bonita del mundo y la capital de nuestra querida España, mientras Cecilia canta en el Retiro de mi infancia:
 

sábado, 22 de junio de 2024

"La eterna historia de amor entre el lector y el escritor".


 
"Es la novela "boutique", una de las clásicas de la literatura posmoderna. Un saludo desde Camerún, Justo Sotelo".
 
Es un comentario del muchacho de la fotografía, Djelani Moribo, estudiante de literatura española en la Universidad de Maroua, en Camerún, al ver las diferentes reseñas que se están escribiendo de nuevo estos días sobre "Poeta en Madrid" (Huso, 2021).
 
Suelo decir que el futuro de la humanidad pasa por la educación e igualmente por África. Observo el móvil del joven y unas cuartillas escritas a mano, y también su sonrisa, y sé que no me equivoco. En cierta ocasión, el escritor José Luis Sampedro nos visitó en nuestra tertulia que entonces hacíamos en la Universidad San Pablo CEU y nos comentó que escribía para que lo quisieran. Yo no sé si escribo, exactamente, para eso mismo, pero podría ser. Para que me quieran a mí como escritor y para que todo el mundo se quiera a sí mismo como lector. Como asegura el libro que Javier Lostalé me acaba de enviar y del que ya hablaré también o, mejor, nos hablará él en una tertulia del próximo curso, "Quien lee vive más". Me ha escrito una bonita dedicatoria donde dice, entre otras cosas: "para Justo Sotelo, escritor, que cada día hace crecer los libros de los demás..."
 
Esta es una bonita mañana porque es bonito querer, como nos dice Manuel Carrasco, y que te quieran:
 

viernes, 21 de junio de 2024

"La gaviota de Tenerife".


 
Siempre digo que me faltan vidas para hacer todas las cosas que me gustaría hacer, todo lo que me gustaría estudiar, viajar y escribir. También me gusta ser agradecido con esta maravillosa vida, donde he estudiado lo que he querido, trabajado en lo que me apetecía y escrito lo que necesito escribir. Y me gustan los amigos que he ido encontrando por el mundo. Ahí está el arquitecto escritor Jose Felix Saenz-Marrero, una gaviota de Tenerife que nació en Madrid, donde estuvo los dos primeros años de su vida antes de instalarse en la isla. Me gusta rodearme de la buena gente que hay en este mundo, y escuchar una canción del cantante Caco Senante a la vez que me tomo el primer café de esta mañana. Durante muchos años Paqui y yo fuimos a comer a su restaurante de la calle Echegaray. Rodeados de teatros en nuestra buhardilla, que inspiró la de mi novela "Poeta en Madrid", nos solían preguntar que si éramos actores de teatro. Aunque los madrileños no tenemos playa ni mar, en realidad todas las playas y todos los mares son de Madrid, aunque nos pillen un poco lejos:
 
En esta dulce vida me he encontrado al arquitecto y pintor Santiago Martínez, a su discípula María López, una arquitecta encantadora a la que le gustaba ir a la ópera y que vino a la tertulia varios años, a la también encantadora e inteligente arquitecta María José Muñoz Spínola que ahora no puede venir a nuestra tertulia. He leído a Joan Margarit, arquitecto y poeta, he estudiado en un máster de Estudios Literarios al genial Miguel Ángel Buonarroti, pero sigo echando de menos en nuestras tertulias "on line" a José Félix Sáenz-Marrero, que nos dejó hace poco. Y sé que a la poeta y filóloga italiana Mirta Amanda Barbonetti le sucede lo mismo, pues me lo dijo el otro día. Se hicieron amigos epistolares a través de la tertulia y ella tradujo algunos de sus poemas al italiano. Antes de morir José Félix envió a los poetas y tertulianos Pilar S. Tarduchy y Oskar Rodrigañez Flores, editores de las plaquettes de Búho Búcaro, un manuscrito que ellos le acaban de editar con ilustraciones del artista Javier De la Rosa y el propio José Félix, y prólogo de Javier Del Prado. En la tertulia de la semana pasada me regalaron un ejemplar, y es el que tengo en la foto que me acabo de hacer en un pequeño autobús de mi barrio que se recorre las callejuelas de todo el centro de Madrid. A veces me subo en él para atravesar Malasaña y el Madrid de las Letras hasta llegar a la Puerta de Toledo. Luego me dirijo a desayunar a Lavapiés o al centro de arte de La Casa Encendida. 
 
"Cuando el arquitecto recibía la formación netamente clásica y su referencia era la mímesis de artefactos construidos en las épocas anteriores -nos dijo José Félix en una tertulia virtual- la llegada del "Arts and Crafts", y su origen anglosajón, supuso una revolución a partir del "arquitecto integral" que aúna la artesanía del ejercicio profesional con el diseño industrial y técnicas de lenguajes ajenos como la impresión, el amueblamiento, la decoración interior y la ilustración de espacios que tienden a la unificación de las artes consideradas menores y el mismo lenguaje arquitectónico. Esta eclosión junto con los estertores del modernismo y el naciente "Art deco" fusionan la andadura del primer arquitecto de la familia en un periodo comprendido entre 1920 y 1956".
 
He recordado estas palabras porque son las de un artista integral. José Félix se lanzó a escribir cuando no puedo dedicarse a la arquitectura desde 2011, por culpa de una enfermedad. Los poemas y relatos que he leído pensando en la gaviota de Tenerife mientras recorría Madrid son conceptuales, simbolistas y surrealistas. Como Petrarca y Miguel Ángel no sublima el amor platónico, sino la vida platónica. Los tres estadios de Platón se unen en su mente en una especie de neoplatonismo vital y reconoce que en el principio fue la luz que entra de "par en par" (es el título de la plaquette) por las "ventanas" de su cuerpo. Y yo pienso al leerlo que podría ser el mismo verbo del principio del Génesis. Se trata de "ser esclavo de la alegría", dice en cierto momento, porque lo que quiere es que a "su final" le hablen de la vida (p. 54). Se hizo escritor para llenar el vacío (pp. 47 y 50) y por eso mismo escribió este poema (p. 34), entre otros:
 
"He visto a Bacon".
He visto a Bacon y sus claroscuros
he pactado con Chirico los versos en la sombra
y el asombro de la vida
me he ejercitado con Shopenhauer en la luz
que proviene del mundo de los vivos
despierto en todos los sentidos
que imperan dentro de mí
soy la misma voluntad
de querer vivir".

jueves, 20 de junio de 2024

"La Revista Turia habla de Un hombre que se parecía a Al Pacino".


 
Me enteré el lunes pasado por un Wasap de mi amiga Silvia López. La película de 1946 "El filo de la navaja" es uno de los leitmotiv de mi libro, junto al fotograma de la portada. He compartido algunas veces la película por aquí (hay otra versión de 1984 protagonizada por Bill Murray), pues se puede encontrar fácilmente en Youtube. Por eso hoy me apetece compartir ese pequeño video del profesor Miguel Ángel Castro en un café de París, La Methode, en 2 rue Descartes, en la rive gauche parisina, uno de los paraísos de mi mundo particular. Habla de la novela de Somerset Maugham, que en la película es un personaje más:
 
Como diría Montaigne, la vida debería ser un objeto de estudio para cada persona, y por tanto merece la pena apostar por una vida un poco superior, más intensa, en la cual la meditación de cada uno de nosotros sea casi una divisa. Se lo digo siempre a mis alumnos y a todo el que me quiere escuchar; no vayamos tan deprisa, no demos tanto valor a las cosas materiales. Mira a los ojos a quien tienes al lado, a lo mejor está esperando a que lo hagas. Esta noche empieza el verano en el hemisferio norte y el invierno en el hemisferio sur. El mundo es inmenso. Todos tenemos una vida y somos importantes. 
 
La felicidad está dentro de cada uno.

miércoles, 19 de junio de 2024

"¿Nos sigue doliendo España?"


 
Ayer por la tarde, antes de que cayera un chaparrón sobre Madrid, la tertulia literaria de Casa Manolo se fue desde Argüelles al Café Comercial, en la Plaza de Bilbao, para escuchar a Germán Gullón en la presentación de su libro "España, juguete del oportunismo" (en la primera foto con mi pie y otro de Javier del Prado). El catedrático de literatura estuvo acompañado por el escritor José Ángel Mañas. Gullón mencionó en seguida a dos de sus "maestros intelectuales" en esta curiosa cosa de definir a España, Manuel Azaña y Giner de los Ríos. Y estuvimos apoyándole, además de Javier del Prado, los tertulianos Aurora Da Cruz, Santiago Martínez, Susana Fraile (en otra de las fotografías en la terracita del Café), Almudena Mestre, Mariwán Shall, Pilar S. Tarduchy, Óskar Rodrigáñez, Juana Vázquez, Begoña García Moreno, Carmen y el propio dueño del Comercial, Rafael Soler, también tertuliano a veces como Gullón. Así que es normal que tras la presentación los que preguntáramos fuéramos Mariwán, Javier y yo.
 
Fue más de una hora de hablar de literatura española, de su futuro, de lo universal, de los regionalismos, etc. Yo me lo pasé bien, sobre todo porque estaba con mis amigos, y luego seguimos charlando con una copa de vino blanco en la mano. Y les saqué entonces un tema de conversación que se había suscitado en los últimos días y me hace mucha gracia. En palabras de mi querido Javier, Bécquer y yo somos dos machistas redomados. Y sigo diciendo que "mientras haya una mujer hermosa, habrá poesía", y me da igual su edad, el color de su piel, su nacionalidad o su manera de vestir. Y lo mismo pienso de la literatura y el arte en general. La cultura es universal, y como la cultura es hermosa (que es la tesis del libro de Gullón), siempre habrá poesía.
 
En la calle llovía a mares, pero dentro del Café triunfó la cultura, como no podía ser de otra manera. Y ahora termino de escribir este texto mientras escucho a Falla. Ayer mi amiga tinerfeña (en realidad argentina) Graciela Rivero, que estuvo hace poco en nuestra tertulia presentando un libro de relatos con otros escritores de Canarias, se hizo una fotografía en Granada junto a una escultura. Le pregunté quién era y me contestó que Pedro Antonio de Alarcón, el autor de "El sombrero de tres picos", lo que me recordó una de las obras maestras de la música española, que triunfó en París, claro. Así que me voy a Londres a escucharla:
 
El mundo se está quedando sin fronteras, gracias a Dios. Espero que pronto se enteren de ello todos los que se empeñan en seguir poniéndolas sobre los mapas.
 


 

martes, 18 de junio de 2024

"Milagros López o la seducción de las metáforas".



Me gusta leer mientras paseo, lo que también hago cuando estudio. Así me he pasado la vida, paseando y estudiando a la vez por las calles de medio mundo. Ayer por la tarde llevaba en la mano, por las calles del centro de Madrid, el último libro de poemas de la filóloga inglesa y profesora Milagros López (Murcia), y lo terminé de leer en un pequeño y umbroso jardín romántico del Madrid de los Austrias mientras Alfredo Kraus me cantaba al oído "Bella enamorada", de "El último romántico", y me acordaba de los nonos, aquella pareja de amigos míos, homosexuales, que seguían a Kraus por todos los teatros de ópera del mundo y convertí en personajes de mi novela "La paz de febrero" (2006). Milagros López ya estuvo en nuestra tertulia "on line" hablándonos de su última novela, "MM2033: casi una distopía", que, por cierto, se cita en la novela que he reseñado hace poco, "En el fondo, un crimen", de Idoia Arbillaga, aludiendo al Mar Menor. La fotografía es de ellas dos el otro día en Cartagena, donde se han presentado ambos libros.
 
Milagros López ha escrito un libro de poemas con el título de "Aula" (Tigres de Papel, 2023), donde cada uno alude a un alumno desde su mirada de profesora y sobre todo desde el lenguaje, es decir, desde la literatura. De eso también se ha apercibido en el prólogo la poeta Dionisia García (Fuente Álamo, Murcia, 1929), una de las glorias vivas de la poesía española, a la que dediqué un texto hace un tiempo, cuando dice que "en poesía interesa más el cómo se expresa que el contenido", aunque lo matizaré más adelante. A mí me parece que esto es aplicable a cualquier arte, que, en el caso, de Milagros se justifica en el propio lenguaje, como ya observé en la novela que he citado más arriba y que me recordaba a algunos de los mejores novelistas de ciencia ficción. En este libro de poemas he pensado en Lope, Góngora y Lorca, al quedarme deslumbrado ante la profusión de metáforas puras e impuras de cada poema, sobre todo en sus arranques. Con las metáforas puras los términos quedan entrelazados o igualados; por ejemplo, "la llama que latía en su pecho se apagó". Las metáforas impuras, por su parte, son aquellas en las que tanto el término imaginario o "vehículo" como el término real o "tenor" aparecen en la metáfora de manera explícita.
 
"El cobra" (pp. 30-32).
 
Su sangre gota a gota,
rompe mi camisa blanca;
tiembla su puño
bajo mi mandíbula.
 
Le llaman el cobra.
 
Silencio, tensión de lápices detenidos,
se acelera el pulso del aula
tras las miradas de tiza
lluvia de vidrio
y una alfombra de cautela
ante el rojo veloz (...)"
 
"Mónica" (pp. 38-39).
 
Mónica no habita el suelo que nos define.
Mónica, paisaje Down en la mirada,
enrosca insospechados
quince años a mi cintura.
Yo explico chocolates
que ella nunca probará.
Grita Te quiero
y el tumulto se acalla.
Arrastro esa pureza hasta el asiento.
A su lado, en cuclillas,
desciendo un piso,
viajamos en la geometría del color
de esta lengua paralela
que no puede articular,
y, de verme tan abajo,
se me enrosca de nuevo.
 
Mónica sube una escala,
se enamora,
celos en el trayecto
hacia una compañera,
en cruz me interpongo,
freno su furia
y confiesa
el mismo ocre que emborrona
nuestros días de amor".
 
Leo todos los nombres de los poemas, de sus alumnos, y me pongo en su lugar, ya que ella sabe igual que yo que la palabra que más nos gusta a cada ser humano es nuestro nombre, ese conjunto de letras que nos dieron nuestros padres cuando nos engendraron con amor, una manera de agradecerles el milagro del nacimiento y ese amor: Nerea, Sara, César, Teresa, Marina, Ismael, Lázaro, Carmen, Pablo, El cobra, María, Antonio, Rosana, Mónica, Alicia, Marta, Laura, Roberto, Kaoutar, Vidal, Marisa, Leonardo, Jonathan, Vanessa, Sandra, Ikram, Curro, Alejandra, Manuel y Adriana. 
 
Y me viene a la cabeza lo que aprendí de los dos grandes teóricos de teoría de la literatura a través de mi maestro Antonio García Berrio. Me refiero a René Wellek y Austin Warren y sus ideas sobre la sustancia interior y la sustancia exterior de un poema. Tengo la sensación de que únicamente una maestra que ama la enseñanza como Milagros López es capaz de escribir un libro como este, donde es importante la forma, pero también el fondo. 
 
Supongo que Louis Armstrong estaría de acuerdo conmigo, y se tomaría un café para celebrar la mañana y todos los nombres de los niños de este libro, como hago yo mientras termino de escribir:
 

"El último romántico en el último jardín romántico de Madrid".


 
¿Dónde mejor para sacarme una fotografía que en este sitio del Madrid de los Austrias, cuando suenan las seis campanadas de la tarde en la iglesia de San Pedro el Viejo, en este hermoso lunes de primavera, tras tomarme una horchata de chufa en la Plaza de la Provincia, y pasear por la Plaza Mayor, llegar hasta la esquina de mi calle, San Justo, y detenerme en el siglo XIX, junto a Byron, Keats y Bécquer?
 
Solo me falta cantar la romanza de "El último Romántico" con la voz de Kraus, esperando que ella se enamore de mí:
 

lunes, 17 de junio de 2024

"Tú y yo en lo alto del Empire State".


 

Ayer acabó la Feria del Libro de Madrid y mi amiga toledana Mayka Maqueda Molero, a quien no conozco personalmente, pero que me ha enviado mazapán alguna vez por Navidad, ya que sabe que me gusta mucho, publicó este post con esa fotografía de los "Cuentos de los viernes" y "Un hombre que se parecia a Al Pacino", que le trajo su nieta Marina:

AL PACINO.

"Hoy me trajo Marina los libros de Justo Sotelo. Como no llegó a verte en la feria del libro, no llevan dedicatoria. Ahora bien, "El hombre que se parecía a Al Pacino" ha llegado con la originalidad del autor y tendrá un valor extra entre los coleccionistas. Querido Justo, nos vamos al mar, te iré contando".

Al principio de la feria, la poeta Efi Cubero escribió este bello texto, aludiéndome cariñosamente, antes de viajar desde Extremadura a Madrid para firmar en el Retiro. Los árboles, los libros...

"Me dices, árbol, que llueven voces libres como un río, que caen palabras sobre las esquinas y sobre los olivos porque los silencios que esas palabras dictan son paz. Una tautología de voces sobre el agua que fluye entre pasos en vertical como un vuelo de Chagall... Cada libro un milagro. La siempre renacida resistencia que se abre para dar y nos otorga lo mejor. Esta sabiduría, esta inocencia azul de los espacios donde habita la belleza que abre de par en par los ojos de nuestra propia alma, como dice Justo Sotelo en su hermosa entrada, los ojos de la mente y los del corazón, ojos eternos, ojos pasajeros".

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Los libros son una especie de historia de amor, como la película "Tú y yo" de Leo McCarey, que volví a ver ayer por la tarde, una de las más románticas y elegantes de la historia del cine. Tiene uno de esos finales difíciles de olvidar, Deborah Kerr nunca ha estado más guapa y Cary Grant, sin duda el actor más atractivo que he visto en una pantalla, está maravilloso en esa escena, casi tanto como en "Con la muerte en los talones", la quintaesencia del cine:

https://www.youtube.com/watch?v=n5g96vml05E

Hasta el año que viene en lo alto del Empire State.

domingo, 16 de junio de 2024

"¿Qué se puede esperar de un libro escrito por Justo Sotelo?"



Mis amigas van a la Feria del Libro del Retiro, se compran mis libros y luego se los leen; es lo que suele ocurrir cuando tus amigas son inteligentes. Y tras pensar en ellos escriben opiniones como esta que publicó ayer por la noche en sus redes sociales la poeta Aurora da Cruz, y que yo acabo de leer mientras me tomaba el primer café de este agradable domingo de junio y escucho a Satie, que es algo así como cuando el poeta vive en una buhardilla en Madrid o París y se pone a escribir un libro que podría llamarse "Poeta en Madrid" ya que de lo que se trata es de vivir una permanente historia con amor a la vida y la literatura:
 
Dice Aurora acompañándose de la segunda fotografía (la primera es del otro día en el Retiro junto a Susana Fraile, Pilar Benito, Clara Fernández y Almudena Mestre):
 
"-Lo mejor será que bailemos.
-¿Y que nos juzguen de locos, señor conejo?
-¿Usted conoce cuerdos felices?
-Tiene razón, bailemos".
 
("Alicia en el país de la maravillas", Lewis Carrol). 
 
"No hubo genio alguno sin un gramo de locura".
(Aristóteles). 
 
¿Qué se puede esperar de un libro escrito por Justo Sotelo? Como mínimo debe remover conciencias, hacernos reflexionar sobre nosotros mismos y el entorno que nos rodea, sacar afuera ese punto de locura que todos llevamos dentro y hacernos bailar y disfrutar..., y "Poeta en Madrid" lo supera con creces. "El mundo se hace para la conciencia, para cada conciencia, por eso el hombre con talento, pero sin sentimiento, es un estúpido".
 
¿Es Justo Sotelo un intelectual o un transgresor? Tal y como se afirma en el libro: "Un escritor debe intentar cambiar el mundo o dedicarse a otra cosa". "Dicen que el teatro se muere, que se muere la literatura, la propia cultura tradicional" y qué mejor manera de salvarlos que rompiendo las reglas que la encorsetan para adaptarlas a los nuevos tiempos. 
 
"Poeta en Madrid" de Justo Sotelo es una gran obra condensada en unas pocas páginas, transgresora, original, culta e intelectual. Traspasa los géneros literarios existentes para crear un estilo propio, donde se difumina el límite entre música, poesía, teatro y novela. "Es como un vals perpetuo, pero más culto y refinado, más elaborado e intelectual", "una sinfonía perpetua de varias horas de toda la vida".
"Poeta en Madrid" navega entre el estilo de "Rayuela" de Cortázar y el de "Niebla" de Unamuno. Por su carácter de "antinovela" rompe con los moldes tradicionales y crea una singular obra alejada de convencionalismos. 
 
Aunque en el capítulo I, el personaje de Alfredo afirma "estar harto de experimentos vanguardistas y esa manía de insistir en la perversión de la realidad", con este libro Justo Sotelo realiza una caída al vacío sin arnés de seguridad, impulsado simplemente por la fuerza de su creatividad, imaginación e inteligencia. Es un extraordinario salto literario sin parapente, impelido por la inercia de sus muchas horas de lectura. Posee muchos guiños y referencias literarias y culturales, así como giros de guion espectaculares, como el caso en el que Gabriel Relham, un personaje dentro de la obra, crea a su vez otro personaje ficticio que cobra vida e interactúa con su creador.
 
"Poeta en Madrid" es una obra vintage, como el buen vino, y al mismo tiempo atemporal, paradigma de los nuevos tiempos".
 

 

sábado, 15 de junio de 2024

"Un poeta en Madrid escapado de la Dolce Vita de Fellini".


 
Este martes pasado, un rato antes de la última tertulia literaria en Casa Manolo de la calle Princesa, estaba sentado en un viejo banco de piedra de la Plaza de la Moncloa esperando a que apareciera mi amiga y tertuliana Silvia López y me contara su vida de los últimos meses en la Garrotxa de Girona cuando la poeta, bióloga y también tertuliana Isabel Fernández Bernaldo de Quirós pasó en coche con su marido y me sacó la primera foto sin bajarse, casi como si ella fuera una paparazzi y yo un personaje de "La dolce vita" de Fellini (en esa película se acuñó el término). Unos metros más allá se bajó del coche, vino hacia mí, me dijo que no se había resistido a sacar la foto y acabé haciendo el selfie de la segunda foto. Curiosamente, Isabel escribió el otro día un breve texto sobre mi novela "Poeta en Madrid", y lo acompañó de la portada. Por lo poco que la conozco me parece una mujer libre, inteligente y con unas enormes ganas de vivir.
 
Dijo:
 
"Con permiso, Justo Sotelo, por un momento levanto los ojos de asombro de las páginas de tu libro, la mano insaciable que lo subraya y la voz que, incontenida, quiere compartir lo inmenso que es este pequeño libro tuyo “Poeta en Madrid” (Huso edit., 2021). 
 
Leo en la contraportada que este libro es un viaje al centro de la creación literaria, del propio hecho creativo. Que rompes con la estructura clásica del texto y mezclas los géneros, desde el narrativo hasta el dramático, pasando por el poético. Que no te quedas solo en las palabras, sino que transmites los estados de ánimo de los personajes a través de la música. Que Gabriel Relham, el protagonista, podías ser tú, Justo Sotelo o cualquier escritor que pretenda dar un paso más en la evolución del lenguaje literario. 
 
Suscribo todo lo que se dice aquí y cuanto se ha escrito de ti en sendas reseñas porque yo no sabría hacerlo mejor.
 
Como esencia de lo que el lector puede encontrar en esta “suerte de ópera postmoderna” dejo aquí este pequeño texto, esencia de sabiduría, hondura y emoción. 
 
Capítulo II
 
Escena 3
 
“Decir que se ha vivido toda la vida en un instante, que Dios existe, y el mundo es su única imagen. La belleza, lo infinitamente imperfecto, la cultura, la salud, lo indefinido. Todos los catecismos se funden en uno. Y la palabra endulza los oídos de los vivos y de los muertos. Y sus orejas ya sin una gota de sangre. El amor que necesita el hombre para vivir no es más que el castigo a su deseo de divinidad. Y el hombre aprende a amar la naturaleza. Y Dios sabe que el hombre llega a amarlo por encima de todas las religiones sin tener en cuenta el color de la piel o el acento, sin que las fronteras, las distancias, los caminos de polvo o los pantanos supongan obstáculos insalvables. Y conoce que el amor existe, solo tiene que estudiárselo, memorizarlo. Así el hombre dispuesto a cargar sobre sus espaldas la cruz de la cultura -por ejemplo, una cámara fotográfica-, apenas tiene que escuchar el murmullo de la paz, el instante imperdurable de los sueños, la oración de un dulce beso.
 
Amor por encima de todas las cosas.
 
Amor sin nombre. Inmaculado. Indiscreto ante las murmuraciones, inmarchitable. Amor azul. Verde. Amarillo. Rojo. Anaranjado. Añil. Violeta. Y de nuevo azul.”
 
Justo Sotelo es Catedrático de Política Económica, Doctor en Teoría de la Literatura y Literatura comparada, Máster en Estudios Literarios y en Literatura Española. Sus numerosas publicaciones en narrativa y ensayo le abalan como uno de los grandes escritores de la literatura contemporánea. 
 
Y tanto de tanto más de él: pasional, inquieto, amante del amor, de la música, del cine, de los cafés de la mañana, amigo de sus amigos, lector incombustible, docente vocacional… 
 
Gracias, Justo Sotelo. Un placer haberte conocido".
 
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Así que lo que ahora me apetece es bañarme en la Fontana di Trevi o, mejor, lo dejaré para esta noche.
 
- ¡Marcelo, ven aquí! ¡Date prisa!
 
- Sí, Silvia, ahora voy: