Rilke escribió las "Elegías de Duino" en el castillo de su 
protectora Marie von Turn und Taxis-Hohenlohe, cerca de Trieste y 
situado sobre unos hermosos acantilados entre Italia y Eslovenia. El 
primer verso se le apareció durante un paseo por esos acantilados (que 
pongo en la foto): "¿Quién, si yo gritase, me oiría desde los coros de 
los ángeles?"
 De la poesía del siglo XX, no he leído nunca nada 
comparable a las elegías de Rilke, salvo "La tierra baldía" de Eliot y 
los "Cantos" de Pound.
 Leer a estos autores es asistir a una 
especie de liturgia. En sus versos está toda la historia de la 
humanidad, toda la literatura, toda la filosofía, todos los sueños de 
los seres humanos.
 PRIMERA ELEGÍA.
         ¿Quién, si yo gritase, me oiría desde los coros (1)
         de los ángeles? Y aun suponiendo que alguno de ellos
         me acogiera de pronto en su corazón, yo desaparecería
         ante su existencia más poderosa. Porque lo bello no es sino
         el comienzo de lo terrible, ese que todavía podemos soportar;
         y lo admiramos tanto porque, sereno, desdeña el destruirnos.
         Todo ángel es terrible.
         .....Y así me contengo, sofocando el llamado seductor
         de oscuros sollozos. Ay, ¿a quién podemos
         recurrir entonces? A los ángeles no, a los seres humanos tampoco
         y los astutos animales advierten ya
         que no estamos muy confiados y como en casa
         en el mundo interpretado. Tal vez nos queda todavía
         algún árbol en la ladera que podamos contemplar
         de nuevo cada día; nos queda la calle de ayer
         y la mimada fidelidad de una costumbre
         que se complació en nosotros y así permaneció y ya no se fue.
         ----- Oh, y la noche, la noche, cuando el viento lleno de espacio sideral
         nos muerde el rostro; ¿a quién no le queda al menos ella, la anhelada,
         que nos decepciona suavemente y con esfuerzo aguarda
         al corazón de cada cual? ¿Es la noche más leve para los enamorados?
         Ay, ellos sólo se ocultan uno al otro su destino.
         ----- ¿Aún no lo sabes? Arroja desde los brazos el vacío
         hacia los espacios que respiramos; quizá de modo que los pájaros
         sientan el aire ensanchando con un vuelo más íntimo.
         ----
         - Sí, al parecer las primaveras te necesitaban.
         Algunas estrellas te exigían que las percibieras.
         En el pasado se levantaba, acercándose, una ola
         o cuando pasabas tú junto a la ventana abierta
         se entregaba un violín. Todo eso era misión.
         ¿Pero pudiste con ello? ¿No estabas todavía
         distraído por las expectativas como si todo
         te anunciara una amada? (¿Dónde quieres albergarla,
         cuando grandes y extraños pensamientos entran y salen de ti
         y a menudo se quedan por la noche?) Pero,
         si te abruma la nostalgia, canta a los amantes; mucho falta todavía
         para que su célebre sentimiento sea lo bastante inmortal.
         Y a esos abandonados que tú casi envidias y a quienes encontraste
         aún más capaces de amar (2) que a los satisfechos.
         Una y otra vez recomienza la alabanza inalcanzable;
         piensa: el héroe perdura y hasta su mismo ocaso
         fue para él sólo un pretexto para ser: su último nacimiento.
         Pero la naturaleza, agotada, recoge de vuelta a los amantes
         en su seno, como si le faltaran las fuerzas
         para llevar a cabo dos veces la tarea. ¿Has pensado bastante
         en Gaspara Stampa (3), para que así alguna muchacha
         a quien dejó su amado, ante el ejemplo señero de esta amante,
         sienta: y si yo llegase a ser como ella?
         ¿No deberían, al fin, hacérsenos más fecundos estos viejos dolores?
         ¿No es tiempo ya de liberarnos, amando, del amado
         y de resistir estremecidos, como resiste la flecha a la cuerda,
         para ser, concentrada en el salto, más que ella misma?
         Porque no hay permanecer en parte alguna.
         ----
         - Voces, voces. Escucha, mi corazón, como antaño
         sólo escuchaban los santos, de tal modo que el llamado gigantesco
         los alzaba del suelo; pero ellos, los imposibles,
         seguían ahí de rodillas, indiferentes:
         Así estaban escuchando. No es que tú puedas soportar
         la voz de Dios, ni mucho menos. Pero escucha el soplo,
         el mensaje incesante que se forma del silencio.
         Ahora susurra hacia ti desde aquellos jóvenes difuntos.
         Donde quiera que entraste, ¿no te habló quedamente
         su destino en iglesias de Nápoles y Roma?
         ¿O se te impuso, sublime, una inscripción en relieve,
         como recientemente esa lápida en Santa María Formosa?
         ¿Qué quieren ellos de mí? En voz baja debo deshacer
         la apariencia de injusticia que limita un tanto a veces
         el puro movimiento de sus espíritus.
         ---
         -- Por cierto que es extraño no habitar más la tierra,
         no seguir practicando las costumbres apenas aprendidas,
         no dar el significado de un porvenir humano a las rosas
         y a tantas otras cosas llenas de promesas;
         no seguir siendo lo que uno era
         en unas manos infinitamente angustiadas
         o incluso dejar de lado el propio nombre
         como un juguete destrozado.
         Es extraño el no seguir deseando los deseos. Es extraño
         ver ondear libre en el espacio todo lo que antes se amarró.
         Y el estar muerto es laborioso y tan lleno de recuperaciones
         que sólo lentamente percibe uno algo de eternidad. Pero los vivos
         cometen todo el error de distinguir con demasiada vehemencia.
         Los ángeles (se dice) no sabrían a menudo
         si andan entre los vivos o los muertos.
         A través de ambas regiones el eterno fluir
         siempre arrastra consigo a todas las edades, acallándolas.
         Por último, ya no nos necesitan ellos, los que se fueron temprano;
         suavemente uno se va desacostumbrando de lo terrenal, así como
         se emancipa con ternura de los pechos de la madre. Pero nosotros,
         que tenemos necesidad de tan grandes misterios, de los cuales,
         y desde la tristeza, surge a menudo una prosperidad bienaventurada:
         ¿podríamos existir sin ellos? ¿Es vana la leyenda de que antaño,
         en el lamento funerario por Lino (4), la primera música, osada,
         atravesó el arido estupor (5); y que recién en aquel espacio dominado
         por el terror, del cual el joven semidiós escapó de pronto y para siempre,
         entró el vacío mismo en aquella vibración
         que aún ahora nos arrebata, nos consuela y nos ayuda?
          
 (Traducción, notas y comentarios de Otto Dörr Zegers)
         NOTAS:
         1. La palabra que el poeta usa es "Ordnungen", que significa 
"órdenes", pero en este contexto en el sentido de "jerarquías". 
Desgraciadamente se produce una cacofonía con "oiría" y "desaparecería",
 que no hay cómo evitar porque ambos tiempos verbales no son 
reemplazables. Por esta razón hemos decidido emplear una figura que, 
aunque no corresponde exactamente al sentido de "jerarquías angélicas", 
se emplea mucho en relación con estos seres puramente espirituales, cual
 es la de "coros de los ángeles".
         2. En esta parte del 
poema, Rilke hace un juego de palabras con el verbo "lieben" (amar). Al 
comienzo de la estrofa habla de "eine Geliebte", que significa "una 
amada" o "una mujer amada"; luego dice que hay que cantarle a los 
"Liebenden", que serían los que están amando, vale decir, los "amantes";
 y por último, usa como adjetivo el gerundio de "lieben", que es 
"liebend", pero en forma comparativa, o sea, con la terminación "er". E 
lugar de traducir esta última expresión como "más amantes que", hemos 
preferido decir "más capaces de amar que", porque corresponde más al 
sentido de lo que el poeta quiso expresar.
         3. Gaspara 
Stampa (1523-1554) es una poetisa italiana, nacida en Padua, que en sus 
poemas cantó su amor no correspondido por el noble veneciano Collatino 
di Collalto.
         4. Según la mitología griega la música fue 
inventada por el joven Lino, hijo de Apolo y Terpsícore. Orfeo y 
Hércules, entre otros, fueron sus discípulos. Un día reprochó Lino a 
este último sus escasas aptitudes para la música, frente a lo cual 
Hércules se encolerizó y con su lira asestó un golpe mortal sobre la 
cabeza del semidiós. Grecia entera lloró su muerte la que llegó a 
recibir los honores de la apoteosis.
         5. La expresión 
"dürre Erstarrung" es muy difícil de traducir, pero también de 
comprender. La mayor parte de los traductores, empezando por Maurice 
Betz, el primero que tradujera a Rilke al francés, interpreta que esa 
seca rigidez o paralización (Erstarrung) es la de la materia toda ante 
la tragedia de la muerte de Lino. Pero también, y coincidiendo con la 
interpretación de Romano Guardini podemos pensar que son los humanos los
 que quedan paralizados, inmóviles, ante el horror del sufrimiento 
provocado por la muerte del joven semidiós. De hecho, en alemán se usa 
la expresión "vor Schreck erstarren", que significa "quedar paralizado 
de terror". Ahora bien, la palabra "paralización" es muy poco poética, 
por lo cual hemos preferido decir "estupor".

Es correcto. Pocas obras se comparan con las "Elegías del Duino". Tiene usted un buen gusto impecable. Gracias por la publicación.
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