Un personaje de una de mis novelas, un adolescente ávido de aprender
y leer, robaba libros en "La Casa del Libro" de la Gran Vía de Madrid
porque no tenía dinero para comprarlos. A veces pienso en él. Si algún
día me lo encuentro por la calle, espero que me reconozca entre la
multitud y me diga que ya ha leído todo lo que quería leer y no necesita
robar libros.
Mi día del libro particular está dedicado a las personas que me leen, a mí y a todos los escritores,
que compran mis libros en las librerías o a través de Internet y
comienzan un diálogo con mis personajes, con mis paisajes, con mi tiempo
y mi espacio, y ese discurso "posmoderno" que pretendo que sea lo más
actual posible. Luego me envían fotos de esos libros a través de las
redes sociales, que se han convertido en esenciales en estos tiempos.
Antes los lectores me escribían cartas o me llamaban por teléfono para
comentar cosas, pero todo evoluciona, como tiene que ser.
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