Compré ayer en la Feria del Libro, casi por casualidad, "Cuentos de
los otros" (Bartleby, 2017), de Justo Sotelo, para luego no dejar de
felicitarme por tanta “serendipity”, admirado de la erudición del autor,
didáctico siempre, sobre todo en glosarios donde informa, por ejemplo,
del "Ordo Amoris" de Scheler, los sonetos que Miguel Ángel dedica a
Tommaso Cavalieri, las películas de Tarkovski, el beso de Francesca de
Rímini o un poema magnífico y “crono-clástico” (lo siento, acabo de inventarme esta palabra) de Wong Kar wai.
"Verán, este libro me hizo recordar la “ansiedad cultural” de los
viejos tiempos, aquella "libido sciendi" por conocer los secretos que
los sabios -en este caso Justo- conocen. Un libro persuasorio. Habla de
Murakami y al instante me pregunto si debo releer a Murakami, que en su
día no me interesó. No solo eso. A medida que leo me propongo ver las
películas que Justo comenta, leer los libros que ha leído, escuchar la
música que ha escuchado, conocer la gente que ha conocido, visitar los
lugares que ha visitado, todo por esa ambición que el (des) conocedor
tiene por llegar a ser lo conocido o asemejarse al conocedor (“quien
conoce lo más antiguo y lo mejor, se vuelve lo más antiguo y lo mejor”,
"Upanishad"), solo que bien pensado la sabiduría no funciona exactamente
así, y quien lee hagiografías no se convierte necesariamente en santo, y
quien lee a Justo no será nunca tan sabio como Justo (ni siquiera el
mismo Justo puede serlo), por lo mismo que Shakespeare, el ciudadano, el
marido que dejó en testamento su segunda mejor cama, no siempre fue
Shakespeare, pero bueno, aquí ya entramos en la mayéutica (Wittgenstein
decía que solo se pude enseñar a quien ya sabe) y en los conflictos de
las identidades, los límites y los tiempos, tan bien tratados en estos
relatos de Justo, cuando yo solo venía a darle las gracias, gratitud que
hago saber aquí por si corre más la voz, la suya, sabia, serena,
pedagoga".
Hasta aquí las palabras que escribió ayer en su muro el escritor granadino Sergio Mayor (un reciente amigo virtual), demostrando que el erudito y generoso es él. Sergio me escribió antes de ayer para decirme que había comprado el libro en la Feria del Libro de Granada. Lo más curioso es que, sin saberlo, mi editor Pepo Paz me envió unas horas después esta foto, con el libro en el mostrador de la editorial en esa Feria.
Decididamente, mis cuentos no dejan de viajar de un lado para otro, ahora a Granada, una de las ciudades más bonitas del mundo. Y siempre terminan en poder de personas realmente inteligentes.
Hasta aquí las palabras que escribió ayer en su muro el escritor granadino Sergio Mayor (un reciente amigo virtual), demostrando que el erudito y generoso es él. Sergio me escribió antes de ayer para decirme que había comprado el libro en la Feria del Libro de Granada. Lo más curioso es que, sin saberlo, mi editor Pepo Paz me envió unas horas después esta foto, con el libro en el mostrador de la editorial en esa Feria.
Decididamente, mis cuentos no dejan de viajar de un lado para otro, ahora a Granada, una de las ciudades más bonitas del mundo. Y siempre terminan en poder de personas realmente inteligentes.
¡Qué orgullosa estoy de ti, Justo! Es un privilegio aprender de ti, escucharte, leerte, reírse contigo y ver cómo viajan tus libros por todo el planeta y se dibujan tus líneas narrativas entre diferentes gentes y razas, lenguas y religiones...Tus palabras son la esencia de tu ser, de tu conocimiento y tu pensamiento, de tu forma de sentir y percibir el mundo y la realidad que nos rodea. Dejas eco entre los pueblos, huellas imborrables en las gentes. Un maestro como tú deja en los demás una impronta, un aprendizaje, una conducta modélica para vivir, avanzar y en definitiva, ser feliz...El viaje de tus libros, el sentido de tus novelas, el significado de tus giros..tardarán dos o tres años en digitalizarse y traducirse a varios idiomas y girarán en movimientos de traslación y rotación. .Inteligentes palabras del escritor Sergio Mayor. Un abrazo a los dos y enhorabuena una vez más
ResponderEliminarMuchas gracias, querida Almudena. Un beso.
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