"maquillaje".
"aquellas dos alumnas
las que están sentadas en la fila de atrás
me dan pavor
se percibe tanta agresividad en su mirada
no parecen felices
y solo tienen 16
las que están sentadas en la fila de atrás
me dan pavor
se percibe tanta agresividad en su mirada
no parecen felices
y solo tienen 16
sus rostros embadurnados de maquillaje madrugan
se arreglan con esmero
aunque no es necesario ocultar nada a los 16
se arreglan con esmero
aunque no es necesario ocultar nada a los 16
por eso llevan un top y se visten con minifalda
debajo usan unos "legs" de color negro
son mis alumnas desaventajadas
son marta y susana
ahora toca reír sin motivo aparente
agachan la cabeza entre los libros forrados
llenos de fotos de actores
de cantantes de moda
cuadernos garabateados a rotulador
con nombres de los chicos guapos del instituto
números de móviles
"nics"
no sienten vergüenza
a los 16
me alegra tanto potingue "deliplus"
hay días
en que se levantan continuamente a tajar el lápiz
mientras hacemos los ejercicios
a tirar un papel
a pedirme permiso para ir al baño
saben que no está permitido
tampoco a los 16
deben esperar a que suene el timbre del descanso
para ir a mear
a mirarse el flequillo
con sus cuerpos esbeltos
delante del espejo del baño
desafiantes
a los 16
son mis favoritas
son mis chicas extraídas de "Fucking Àmal"
esas adolescentes complejas que aparecen en la
página 54 de los libros de psicología
rubias teñidas que habitan un barrio periférico
gastado
sin posibilidades".
En este poema de Roxana Popelka de su libro "33 PPM" (Bartleby, 2017), cuyo título alude a las dos caras de los viejos discos de vinilo y que leyó ayer en la tertulia del Café Gijón, observo música, ritmo, minimalismo, sencillez en la utilización del lenguaje, una completa ausencia de pedantería, búsqueda de la metafísica de las sensaciones en la propia cotidianidad, es decir, esa sustancia interior del poema (como diría mi maestro en literatura Antonio García Berrio) que conforma una parte de la buena poesía del siglo XXI, algo que además tiene mucho que ver con la forma de editar de Pepo Paz y su editorial Bartleby, tan vanguardista. Y, si esto fuera poco, Roxana recita con una fuerza y una sinceridad inusuales en estos tiempos de sociedad líquida y "Champions League".
A nuestra invitada le interesan todas las manifestaciones artísticas (el cine, la literatura y las artes plásticas, lo que le llevó a escribir una tesis sobre "Las artísticas plásticas en la vanguardia del siglo XX"), pero también la vida, las desigualdades sociales y económicas, la marginalidad, los problemas de la emigración. Digamos que Roxana Popelka es una profesora humanista en toda la extensión de la palabra.
Las calles de Madrid estaban desiertas ayer por la noche; por lo visto había partidos de fútbol en TV. Cuando yo era pequeño se decía que este deporte era el opio del pueblo, como una estrategia de la dictadura para tener anestesiado al pueblo.
Ya sabemos que la poesía y el arte en general no sirven para nada. Su único valor es que constituyen uno de los componentes del oxígeno que respiramos.
debajo usan unos "legs" de color negro
son mis alumnas desaventajadas
son marta y susana
ahora toca reír sin motivo aparente
agachan la cabeza entre los libros forrados
llenos de fotos de actores
de cantantes de moda
cuadernos garabateados a rotulador
con nombres de los chicos guapos del instituto
números de móviles
"nics"
no sienten vergüenza
a los 16
me alegra tanto potingue "deliplus"
hay días
en que se levantan continuamente a tajar el lápiz
mientras hacemos los ejercicios
a tirar un papel
a pedirme permiso para ir al baño
saben que no está permitido
tampoco a los 16
deben esperar a que suene el timbre del descanso
para ir a mear
a mirarse el flequillo
con sus cuerpos esbeltos
delante del espejo del baño
desafiantes
a los 16
son mis favoritas
son mis chicas extraídas de "Fucking Àmal"
esas adolescentes complejas que aparecen en la
página 54 de los libros de psicología
rubias teñidas que habitan un barrio periférico
gastado
sin posibilidades".
En este poema de Roxana Popelka de su libro "33 PPM" (Bartleby, 2017), cuyo título alude a las dos caras de los viejos discos de vinilo y que leyó ayer en la tertulia del Café Gijón, observo música, ritmo, minimalismo, sencillez en la utilización del lenguaje, una completa ausencia de pedantería, búsqueda de la metafísica de las sensaciones en la propia cotidianidad, es decir, esa sustancia interior del poema (como diría mi maestro en literatura Antonio García Berrio) que conforma una parte de la buena poesía del siglo XXI, algo que además tiene mucho que ver con la forma de editar de Pepo Paz y su editorial Bartleby, tan vanguardista. Y, si esto fuera poco, Roxana recita con una fuerza y una sinceridad inusuales en estos tiempos de sociedad líquida y "Champions League".
A nuestra invitada le interesan todas las manifestaciones artísticas (el cine, la literatura y las artes plásticas, lo que le llevó a escribir una tesis sobre "Las artísticas plásticas en la vanguardia del siglo XX"), pero también la vida, las desigualdades sociales y económicas, la marginalidad, los problemas de la emigración. Digamos que Roxana Popelka es una profesora humanista en toda la extensión de la palabra.
Las calles de Madrid estaban desiertas ayer por la noche; por lo visto había partidos de fútbol en TV. Cuando yo era pequeño se decía que este deporte era el opio del pueblo, como una estrategia de la dictadura para tener anestesiado al pueblo.
Ya sabemos que la poesía y el arte en general no sirven para nada. Su único valor es que constituyen uno de los componentes del oxígeno que respiramos.
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