"Nadie hacía caso de los relojes, ni la noche terminaba porque hubiera amanecido".
Amanece en Madrid y leo el último comentario a mi post de ayer en Facebook, que escribí a partir de una canción cubana y una obra de teatro de Antón Chéjov. Lo ha escrito la escritora de La Habana Ángela de Mela. Es una frase de la novela de 1947 de Alejo Carpentier "El reino de este mundo". Y lo leo y me vienen de golpe a la cabeza esta y otras novelas de uno de los escritores que más me influyó en torno a los veintitantos años. La mayor parte de sus libros los encontré muy baratos en la Cuesta Moyano, al lado del parque del Retiro, lo más parecido que tenemos en Madrid a aquellos puestos de libros viejos del Sena. Pienso ahora en "Concierto barroco" (1974) y sobre todo "El siglo de las luces" (1962), una de las novelas que más habré regalado en mi vida. Carpentier nos cuenta la historia de los primos Sofía y Esteban, y de cómo se traslada la Revolución Francesa a las Antillas. Es la evolución ideológica de estos dos personajes y de Víctor Hugues, un comerciante portador de ideas revolucionarias a las islas.
Alejo Carpentier es uno de los escritores que más ha cuidado la palabra en la historia de la literatura. Desarrolla su idea de "lo real maravilloso" en el prólogo de "El reino de este mundo", que tanto releí a la hora de escribir mi tesis doctoral sobre Haruki Murakami, y además en el "Concierto barroco" recrea la ópera "Motezuma" de Vivaldi. En esta novela traduce la idea de que la música permite acceder a una concepción del tiempo no lineal sino circular, donde el pasado y el presente pueden fusionarse para ir tejiendo la historia del futuro.
Yo tampoco hago demasiado caso del reloj mientras amanece en Madrid y escucho a Vivaldi:
https://www.youtube.com/watch?v=tEC1C2b4w2cAle
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