¿Adónde nos llevan los siete
lenguajes? Como es bien sabido, la semiótica es el lenguaje de los
signos, algo telúrico, el lenguaje que compartimos con otros animales.
El lenguaje no verbal se refiere a los gestos y las muecas. El lenguaje
de las palabras es tanto oral como escrito. Los metalenguajes nos sirven
de instrumento: las matemáticas, el lenguaje binario o la posibilidad
de hablar de lo que se habla. La imaginación permite quedarnos sin tiempo al poner el lenguaje en imágenes. El sexto lenguaje es la música. El séptimo el vacío, el silencio.
Wang Wei tenía una enorme capacidad retórica y poética, y se educó con el Emperador. El poeta escapó y se refugió en la montaña de la Iluminación. Y ya no pudo regresar a la política y tan solo escribió poesía. Inventó el jiatsu, poema contemplativo anterior al haiku, y que cantaba el acontecer. En él no existe retórica, solo la luz.
(En fin, cosas que me vienen a la cabeza mientras me tomo el primer café de este sábado todavía de verano y observo la fotografía que me envió el otro día la artista parisina que vive en Barcelona Patricia Vílchez, mientras leía y desayunaba en busca de la luz).
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