Cabe
suponer que, en mi cabeza, el primer adjetivo se corresponde con la
presencia del amor en las novelas de Justo Sotelo y el segundo con el
conjunto discursivo del libro de Patrick Toumba Haman, que vamos a
leer.
Pero
esto no me corresponde a mí demostrarlo, sino al lector que se va a
enfrentar con un libro que empieza hablando del “amor líquido” propio de
la postmodernidad o de la postcontemporaneidad y termina haciéndolo del
“amor sólido”, no solo del sentimental sino del amor universal hacia
todo lo que suponga belleza y creatividad.
Tengo
que decir que este oscurecimiento me alegra profundamente a la hora de
crear universos de ficción con la ayuda de algunas invenciones técnicas y
el apoyo del psicoanálisis. Y, por etimología, todo universo de ficción
es un mundo paralelo.
La
ficción, esa necesidad del ser humano, tan natural como el pensamiento y
la simbolización. Paralelo, todo aquello que el hombre inventa en su
mente; es decir, paralelo a la realidad abolida, en lenguaje, por esa
misma invención, aunque esa invención tenga una voluntad referencial
(ideológica, habitualmente) respecto del mundo real o contextual en el
que y del que nace el llamado mundo paralelo. Y esa voluntad
referencial, el análisis de Patrick Toumba Haman la pone de manera muy
precisa en evidencia en las novelas de Justo Sotelo. Pero luego hablaré
de este aspecto de su trabajo.
Según
voy escribiendo estas primeras líneas me entran unas ganas locas de
aliarme con el autor del libro y ponerme a analizar, de su mano, todos
los espacios sociales en los que se asientan las circunstancias
narrativas por las que trascurren los personajes de las novelas de Justo
Sotelo, con sus hipotéticas e hipotecadas vidas, sus sueños, sus
deseos, sus actos y sus fracasos.
Justo Sotelo, Patrick Toumba Haman, Javier del Prado.
A Patrick llegué gracias a un artículo suyo que publicamos en la
revista
Barcarola a petición de Justo Sotelo, y no es el primer camerunés que
conozco en el mundo de las letras. A un compatriota suyo, Wilfrid
Miampika, le dediqué en 1988 mi larga Elegía por la muerte de Julienne
Danielle, nigeriana muerta al cruzar ‘ilegalmente’ la frontera española.
Aunque este poema río solo ha sido publicado recientemente, Wilfrid lo
escenificó a ritmo de bastón y tantán en mi Facultad cuando estaba
recién escrito. Hoy este amigo africano trabaja en Alcalá de Henares
como profesor de literatura francófona; y en mi mente, desde la
distancia, da la mano a Patrick Toumba Haman. Patrick sigue en Camerún,
como hispanista. Es un placer poder ver qué bien trabajan estos
profesores aspectos y técnicas de nuestro viejo
mundo, conservando al mismo tiempo la esencia de su cultura. Y
es
una satisfacción ver cómo su presencia y su pensamiento van influyendo
en nosotros, abriendo en los que los leemos caras desconocidas y
profundas del Otro. Por ello, es un placer para mí escribir lo que estoy
escribiendo, como antaño traduje y analicé la poesía de Leopold Sedar
Senghor y de algunos poetas centroafricanos más.
Tanto
en Wilfrid como en Patrick se nota, curiosamente, por debajo de la
influencia general occidental, una formación francesa, tanto en su
escritura académica como en su visión conceptual del mundo literario.
No
lo digo en este caso solo porque el libro sobre la obra de Justo Sotelo
sea de una claridad meridiana, propia de facultad francesa de letras,
en su planteamiento general; lo digo porque subyace en él un espíritu
analítico propio de la escuela temática francoginebrina. Y en el libro,
además de Genette, aparece J.P. Richard con su noción simbólica del
tema, Michel Collot, su discípulo predilecto, con las derivas
estructurales del tematismo propio del maestro y el R. Barthes postrero
que, alejado del semiotismo radical, también se acerca al análisis
simbólico de los textos, como expresión directa de la pulsión
existencial del autor. Y, con cierta sorpresa, hasta nos encontramos con
la última J. Kristeva allegada al tematismo simbólico desde su
condición de psicoanalista.
Volviendo sobre la pureza metodológica del libro, este empieza
por un acercamiento al problema del “amor líquido” que, para mí,
cristaliza
en esta frase señera del trabajo que presento: “y así el amor líquido
(o la sexualidad líquida) no deja de ser una curiosa metáfora de muchas
otras cuestiones” (2022: 46); con lo cual, a un crítico como yo poco
dado a la anecdótica de los textos y mucho a su ideología y a su
simbología, son las “otras cuestiones” las que empiezan a interesarme.
A
esta introducción le sigue un análisis cronológico de seis novelas, con
el fin de resumirlas y presentarlas al lector tanto en su contenido
evenemencial, relativo a lo que acontece o adviene, como en el abanico
de situaciones amorosas que nos muestra (e insisto en situaciones), pero
al mismo tiempo con el fin, más amplio, de mostrar la evolución del
conjunto de la obra del autor analizado. Y, de este modo, el lector del
libro puede elaborar un recuento de los grandes temas de las novelas de
Justo Sotelo:
• una narración líquida que sirve de marco textual a la relaciones
líquidas de los personajes, siendo el amor líquido
• la dominante amatoria de sus preocupaciones, en un contexto
intelectual,
•
el contexto histórico en el que dominan las presencias y alusiones de
la Guerra Civil española y de sus consecuencias sociales, en una
sociedad desestructurada, sacudida por ciertos acontecimientos de
violencia institucional;
• la presencia dominante de unos personajes que pertenecen al
mundo
intelectual, salvo en escasas ocasiones, degradado, con un predominio
de lo ciudadano (incluso en el mundo del trabajador), respecto del
campesino; a este respecto es preciso observar cómo se pone de relieve
la continua mezcla de personajes de ficción con personajes que, a través
de sus nombres, nos remiten al mundo real, cercano al narrador, con lo
que la novela nos está planteando con gran frecuencia, dice el crítico,
el tema de
• la novela como autoficción —problema éste que Patrick Toumba Haman pone de relieve, pero que evita tratar en profundidad;
• el triunfo del "amor sólido" como una forma de asumir la evolución natural de la sociedad y los individuos,
• el privilegio espacial de dos ciudades, París y Madrid.
•
el permanente metadiscurso, no solo con la aparición de nombres propios
de la literatura y del arte, sino con reflexiones acerca de los
distintos niveles de la escritura.
El crítico pone así de manifiesto el problema al que antes aludía,
la
continua referencialidad histórica y espacial y el compromiso
sociopolítico siempre presente en las novelas de Justo Sotelo;
compromiso que queda muy bien sintetizado en esta frase que nos
encontramos en el análisis de La paz de febrero; la novela es “la
afirmación del ser ante la adversidad individual y ante la violencia
como sistema impuesto al íntimo trascurrir” (2022: 69). Y yo me
pregunto, ¿la violencia como sistema o el sistema como violencia?
Extraordinario columpio que se balancea en ambas direcciones.
Un capítulo final, de síntesis, cierra el estudio. Capítulo en el
que
se pretende aprehender el alcance social e individual (en la extensión
completa de este término) de lo que se condensa o esconde bajo esa
metáfora lanzada al mercado por Bauman: la liquidez del ser, aquí en su
expresión más dual (biológica y emocional), la sexualidad; expresión
precisada por otros pensadores con calificativos que nos dan ya las
pautas de la posible síntesis ideológica y simbólica del estudio.
¿A qué obedece la aparición dominante de esa liquidez amorosa
en
nuestro tiempo? ¿Al requerimiento de los deseos materiales y eróticos”?
se pregunta Lipovetsky; ¿a “los goces improductivos” de cierta
sexualidad?, ¿a que cuando la calidad no nos da sostén [existencial]
tendemos a buscar remedio en la cantidad?, se pregunta el mismo Bauman;
¿al aislamiento del goce?, sugiere Miller; ¿a que “el sexo es una
defensa contra la muerte, una manera de prolongar la vida?, como leemos
en Las mentiras inexactas?
En este corpus analítico se va dibujando el espacio semántico
(racional
y simbólico) que cubre la expresión amor líquido y los laberintos y
fallas que esconde o metaforiza de la realidad amorosa de nuestro
tiempo. El estudio de Toumba Haman podía haber desarrollado algo más
este aspecto, para el placer del lector, poniendo en obra la propuesta
de R. Barthes que recibimos vía Michel Collot. Lo cito en francés, pues
en francés viene en el texto que leemos:
le thème [en el sentido richardiano] supporte tout un système de
valeurs;
aucun thème n’est neutre, et toute la substance du monde se divise en
états bénéfiques et en états maléfiques [… le thème] il s’associe à
d’autres thèmes pour constituer un réseau organisé d’obsessions, un
réseau de thèmes qui nouent entre eux des rapports de dépendance et de
réduction.
El
autor ya le ofrece al lector los puntos álgidos en torno a los cuales
se hubiera podido tejer para apresar, mejor, para aprehender, ese yo que
crea y se crea en el texto; ese otro yo al que alude Proust como
creador de y creado por las obras que leemos.
Sin
embargo, Justo Sotelo es un escritor muy inteligente, y también lo es
su ensayista, por lo que al final el amor líquido se convierte en sólido
a través de la educación, la cultura, el arte, la literatura y el propio
amor en sí mismo, con mayúsculas.
Y
se cierra nuestro viaje literario, el de Patrick Toumba a través de los
textos de Justo Sotelo y el de todos los lectores, con su semántica
textual, su simbología arquetípica y su referencialidad material, social
e histórica.
JAVIER DEL PRADO BIEZMA
Profesor Emérito de la Universidad Complutense
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