Ayer los dos jóvenes de la foto cantaban apasionadamente, junto al mar, aquello de que solo se odia de verdad lo que se ha querido. Yo me tomaba una infusión mientras leía un libro del que hablaré otro día. En cierto momento levanté la vista del libro y me puse a pensar en esta canción, a la vez que la gente no dejaba de pasar sonriente entre el mar y yo. ¿Cuántas mujeres me habrán odiado a lo largo de mi vida?, me dije a la vez que dos señores mayores hablaban en la mesa de al lado de Kierkegaard y de su idea de la culpa. Uno debía de tener unos 60 años, con el pelo largo y rizado y algunas canas. El otro parecía algo mayor y casi no hablaba; se limitaba a escuchar y a asentir de vez en cuando con la cabeza. Sorprendido, estuve a punto de meterme en su conversación, pero en ese momento los músicos se pusieron a cantar una canción de Roberto Carlos que le gustaba mucho a ella cuando la conocí:
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