El otro día mi profesor y amigo Ángel García Galiano me envió esta foto. Fue mi profesor de Teoría de la Literatura y Lenguaje Literario, y en la fotografía se encuentran mi última novela "Poeta en Madrid" (Huso, 2021) y el ensayo recientemente publicado por el doctor de Camerún Patrick Toumba Haman "Del amor líquido en las novelas de Justo Sotelo" (Bartleby, 2023) . El profesor Toumba cita entre los agradecimientos a los escritores Almudena Mestre, Michel-Yves Essissima y Baudelaire Collince Koudjou. Hace unos días Almudena escribió un texto hablando de todo ello y de parte de mi "Poética" literaria. Últimamente he estado varias veces con ella (en las otros fotos), y ahora vamos a imaginar, entre todos, que ella y yo estamos hablando.
Almudena me dice:
"Hace cuatro años te hice una entrevista para incluir en mi Trabajo Fin de Máster TFM titulado "La topografía como lectura del espacio narrativo en la producción novelística de Justo Sotelo", que leí en la Facultad de Filología de la Universidad Complutense el viernes 20 de septiembre de 2019, y te pregunté cómo entendías la evolución del espacio en la novela desde el inicio del siglo XX hasta ahora. Tu respuesta fue esta: “Mi forma de ver la literatura posmoderna es a través de la “espacialización” del tiempo. Con Proust la novela llegó a la máxima teorización del tiempo y dio un salto hacia el poder del espacio a través del lenguaje. Desde el Modernismo, y por supuesto con el Posmodernismo, se eliminan todas las fronteras porque estas se traspasan a la imaginación y la fantasía del propio lector. El autor desaparece y con él las cortapisas que podían existir en el folio en blanco. Ya no es necesario describir las cosas y los personajes con los detalles con los que se hacía con el Realismo y el Naturalismo del siglo XIX; "ahora" el espacio de la novela se llena con el propio lenguaje. Este es el que cuenta las cosas, que en buena medida quedan fuera de la propia página en blanco, sobre todo si hablamos de la literatura de calidad”.
A la pregunta del tratamiento del espacio que modifica la conducta de los protagonistas en tus novelas me respondiste:
“No es al espacio físico, sino al espacio de la acción mental de los personajes, lo que podríamos denominar el espacio dramático. La mayoría de mis novelas suceden en Madrid, en ciertos lugares del centro de la ciudad; esto tiene que ver con la manera de ser de mis personajes y de sus gustos, pero son ellos los que van variando y no tanto los lugares donde se encuentran. Como he dicho antes, es necesario amueblar físicamente las historias, pero después son las palabras las que deben llevar esos rectángulos mágicos que son los libros”.
Ante la relación entre el espacio y el tiempo en las novelas, me contestaste hablando de las tuyas:
“Es el famoso cronotopo del que nos habló teóricamente Bajtín, al que tan solo le falta el tema del “otro” para enfrentarnos a los tres elementos esenciales de la literatura. De esta forma se puede llegar a su análisis artístico. Hablaba antes de amueblar el espacio, algo que debe estar perfectamente unido al tiempo en el que transcurre la historia, que puede ser físico o enteramente literario, y a la forma de mirarnos a nosotros mismos y a los demás. La evolución de la sentimentalidad literaria adquiere sentido con la unión de esos dos elementos, el tiempo y el espacio. Y por eso me gusta explotarlos tanto por separado como en conjunto. La perfecta combinación de la analepsis y la prolepsis con los espacios que pueden ser oníricos o estrictamente realistas es una de las máximas emociones que puede conseguir y buscar el autor con sus textos”.
Luego Almudena se refirió a uno de los asuntos que he tratado en mis últimos textos.
Dijo: "Sobre el color y el olor del "amor líquido" de tus personajes considero que tienen sus matices, sus tonos degradados, en los que el amor líquido se transforma en sólido en la sociedad del XXI donde prima el consumismo, el individualismo, el yo, las conexiones más que relaciones de los seres humanos, la satisfacción rápida, etc. Abro el ensayo de Patrick Toumba Haman sobre tu obra literaria y leo el hermoso prólogo de Javier Del Prado y me quedo con "el amor universal hacia todo lo que suponga belleza y creatividad" y creo que todos los universos de ficción que has creado en tu obra los analiza el profesor camerunés de forma magistral en su libro y disecciona la forma en que ese amor entre los personajes cristaliza y se convierte en sólido a través de la educación, la cultura, el arte, la literatura y el propio amor a sí mismo, con mayúsculas- como prosigue Javier en la página 15".
Y ahora me tomo un café escuchando la banda sonora de "Poeta en Madrid", un poeta que podría estar en París o en Nueva York. Ese "che gelida manina" es irrepetible, como este domingo:
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