El otro día me hice esa foto delante de un restaurante de Madrid, en el barrio de Malasaña, que se llama "La Musa". A esa misma hora, la maestra de Huelva Fátima Javier, una amiga de esta red social que ha publicado recientemente un libro para niños, escribía en mi muro a propósito de la última reseña sobre mi obra literaria por parte de la filóloga y profesora Yolanda Brown: "Buenos días, Justo. Antes, cuando no existía internet, jamás pensamos en hablar directamente con los grandes escritores que poblaban nuestra mente de mundos preciosos y evocadores. Lo bueno es que ahora puedo dirigirme a ti, expresarte mi admiración y respeto, y eso ensancha el espíritu de una. Felicito a tu estudiosa, me ha encantado leerla. Y te felicito a ti por ser esa especie de Da Vinci tan necesario y estimulador, por poseer esa fuerza creativa".
Cuando lo leí le respondí que palabras tan hermosas son las que dan sentido a un escritor. En mi caso, escuchar a Bach siempre me ha hecho preguntarme por el sentido de la música, lo mismo que ver el cine de Tarkovski o de Erice que otorgan sentido al valor y la profundidad de la poesía.
Cada cual vive la vida que quiere vivir y la mía es esta:
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