miércoles, 28 de febrero de 2024

"100 años después Neruda en nuestra tertulia".


 
 
Pablo Neruda tomaba cafés y comía en Casa Manolo cuando estuvo viviendo en España, en la Casa de las Flores de Argüelles, cerca de mi casa. Y ayer volvieron a resonar sus versos en el mismo lugar. La culpa la tuvieron cinco escritores que vinieron desde Tenerife hasta nuestra tertulia para presentarnos su libro "Relatos íntimos desde el escenario", 2023, que ha editado el Centro de la Cultura Popular Canaria.
 
El teatro posee, indudablemente, algo especial para que sea una de las actividades artísticas que cuenta con actores dispuestos a dejar la piel sobre el escenario y unos espectadores deseosos de verlos, ya sea en una época de crisis o cuando esta sociedad dispone de un elevado nivel de vida. ¿Será porque siempre sitúa al ser humano frente a su propio espejo? Esto es lo que yo he encontrado en este libro de relatos "íntimos" que se presentó ayer en nuestra tertulia, escrito por seis escritores venidos desde Tenerife, uno cubano, dos argentinos y tres tinerfeños. Ellos son seis personajes en busca de Pirandello mirándose en el espejo del texto, a través de la cuarta pared, ya que los personajes se convierten en escritores. De alguna forma tratan de entender el mundo mientras se van entendiendo a sí mismos. Todos están a punto de salir al escenario y piensan qué van a decir al público. Para eso utilizan seudónimos, se esconden en nombres o cuerpos ficticios, y dejan el camino libre a su misma imaginación para ser y para no ser cada uno de ellos. ¿Mitología? El nacimiento de la mitología y de las religiones tuvo bastante que ver con la búsqueda de respuestas a las seculares preguntas del ser humano sobre por qué estaba en este mundo, qué lo había creado y para qué. En los orígenes, el hombre se extendió lentamente por África, pero después de miles de años no lograba inventar nada que fuera importante. De pronto aprendió a defenderse y a utilizar la capacidad de hablar; esa fue su primera victoria sobre el tiempo. Ya podía relatar su vida a sus descendientes, pues se había inventado un pasado. Descubrió el fuego, sustituyó la caza por la agricultura, aprendió a escribir. La mitología le ofreció la explicación coherente del mundo; a la vez que contaba un relato con cierta coherencia, evocaba lo que siempre se repetía. Tanto en las llanuras de la India como entre los indios americanos, en Grecia y Oriente Próximo, el hombre intentaba explicar por qué existían costumbres y creencias que se escapaban a su imaginación. Algo así es lo que dije para iniciar la tertulia.
 
Y llegamos a Casa Manolo, a la tertulia literaria que es de todos los que aman la literatura, la música, el arte y el propio teatro, hombres y mujeres que se miran todos los martes en el espejo de la belleza, como ocurrió ayer mismo con la brillante presentación de Almudena Mestre y las convincentes, cariñosas e inteligentes intervenciones de los protagonistas del libro, José Ramón Sampayo Rodríguez, Mary Hernández Carnero, María Olarte Lecuona, Argentina Oliva Gil (que no pudo viajar hasta Madrid por asuntos personales), Graciela Rivero Sotelo (que no es mi prima) y Maximiliano Crespo Naon, que en cierto momento no recitó, sino que nos "dijo" el poema 20 de Neruda, del que grabé unos instantes. Yo estaba un poco lejos y la voz queda entre susurros. Por eso reproduzco uno de los poemas más bellos de la historia de la literatura, y comparto el pequeño video que resume una tarde maravillosa. Después de todo qué es la vida, sino un conjunto de tardes y noches maravillosas:
 
"Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
 
Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos".
 
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
 
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
 Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
 
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
 
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
 
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
 
Oir la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
 
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
 
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
 
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
 
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
 
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
 
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
 
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
 
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
 
Aunque éste sea el ultimo dolor que ella me causa,
y estos sean los últimos versos que yo le escribo".
 
(Neruda, "Veinte poemas de amor y una canción desesperada", 1924).
 
 




 
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