El que siempre se queja es alguien que, por extensión, se queja siempre de todo.
Se queja del mal tiempo que hace, del pésimo estado de las carreteras,
del cambio de hora, de lo sucios que están los parques, del ruido que
hace el hijo del vecino cuando toca el piano, de lo vulgar que es la
televisión y de que ya no se hagan películas como las de antes.
Se queja de lo que tarda el camarero en servirle el desayuno o la
comida o el postre, de los retrasos de los aviones, trenes y autobuses,
de lo feo que es el apartamento que ha alquilado frente al mar, incluso
de que el mar no tenga olas.
Se queja de la llegada de emigrantes a su país, que van a quitar el trabajo a sus hijos, aunque no los tenga, y de la conspiración universal de las empresas capitalistas que han originado el cambio climático y la inminente destrucción del planeta.
Se queja de lo nefastas que son las redes sociales y de que apenas nadie lea libros en su país, sobre todo los suyos, si es escritor.
Se queja de que sus amigos y vecinos no tengan como mínimo 8 apellidos de antigüedad en el pueblo de sus amores, como tiene él, ya que su familia proviene directamente del linaje del Cid o de la mano incorrupta de Santa Teresa.
En realidad lo que busca el que siempre se queja es que le hagan un poco de caso y lo quieran. Por eso siempre que me encuentro con alguien que se queja de todo, alargo la mano y busco una flor para regalársela, a riesgo de que me responda que no huele a nada. Hace poco regaló una docena de rosas bellísimas a la chica que le gustaba, pero a pesar de todo ella lo rechazó (y se fue conmigo).
Se queja de la llegada de emigrantes a su país, que van a quitar el trabajo a sus hijos, aunque no los tenga, y de la conspiración universal de las empresas capitalistas que han originado el cambio climático y la inminente destrucción del planeta.
Se queja de lo nefastas que son las redes sociales y de que apenas nadie lea libros en su país, sobre todo los suyos, si es escritor.
Se queja de que sus amigos y vecinos no tengan como mínimo 8 apellidos de antigüedad en el pueblo de sus amores, como tiene él, ya que su familia proviene directamente del linaje del Cid o de la mano incorrupta de Santa Teresa.
En realidad lo que busca el que siempre se queja es que le hagan un poco de caso y lo quieran. Por eso siempre que me encuentro con alguien que se queja de todo, alargo la mano y busco una flor para regalársela, a riesgo de que me responda que no huele a nada. Hace poco regaló una docena de rosas bellísimas a la chica que le gustaba, pero a pesar de todo ella lo rechazó (y se fue conmigo).
No hay comentarios:
Publicar un comentario