La primera vez que llegué a Londres llevaba una música en la cabeza
que no dejaba de sonar en mi interior, la "Sinfonía nº 1" de Elgar, dos
películas, "39 escalones" de Hitchcock y "Las cuatro plumas" de
Korda, y dos libros de los que estaba enamorado, los "Sonetos" de
Shakespeare y "La conquista de la felicidad" de Russell. Cuando visité
el British y caminé lentamente (que es la única manera en que me gusta
caminar) por el barrio de Bloomsbury supe que siempre amaría a Virginia
Woolf y que nunca dejaría de hablar a mis alumnos de John M. Keynes.
La vida es una aventura maravillosa con una partitura musical adecuada
para cada momento, al menos la mía. Si encima es en el Albert Hall,
entonces aún mejor:
https://www.youtube.com/watch?v=sCuSuwDXxUA
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