Hace unos días me invitó mi amigo Amalio de Marichalar, conde de Ripalda, al acto de homenaje a la mítica Numancia. No pude ir porque estaba de viaje -como me ocurre tantas veces-, pero Amalio me ha enviado el discurso y las fotos. Este post es para excusarme y para hablar un poco de historia y literatura.
Diodoro, Plutarco, Tiberio Graco, Cicerón, Horacio, Ovidio, Séneca, Juvenal, Ptolomeo, Nebrija, Cervantes, Azorín, Goethe, Bécquer, Machado o Gerardo Diego se han referido, de alguna forma, a las aportaciones de Numancia a las ideas esenciales del Derecho y la Libertad. Han pasado 2150 años y ahora aquel lugar que defendió su libertad contra los romanos puede convertirse en Patrimonio de la Humanidad. Como intelectual, me parece bien. También como amante de Soria, uno de mis rincones favoritos de este país, donde voy a darme una vuelta de vez en cuando para leer a Machado en ese arco de ballesta que forma el Duero alrededor de la ciudad, junto al Monte de las Ánimas de Bécquer.
He dicho como intelectual y amigo de Amalio. Debería añadir también que como novelista me gusta conocerlo todo y que me inviten a todo tipo de cosas. Si no fuera así, ¿de qué iba a escribir? Y, sobre todo, ¿por qué iba a querer que me leyeran los lectores si no aporto cosas interesantes desde el conocimiento de la vida y el alma y la naturaleza humanas?
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