Cuando una lectora que no conoces personalmente compra tu libro y
describe el proceso de la compra con gracia y cariño, solo puedes pensar
que esto de ser escritor tiene mucho encanto.
Ana Bustamante Martin-Romo se acercó hace unos días a la Casa del Libro de la Gran Vía de Madrid a comprar una de mis novelas:
"Aquí me hallo, de peregrinaje por la Gran Vía. Desde las 7,30 de la
mañana con los taconazos puestos. En el andén de Alonso Martínez, he
tenido que cambiarme de sandalias, las he sustituido por otras más cómodas y 10 cm más bajas.
Eran las 19,45 y pensaba que cerraban a las 20. Y yo corría y corría,
llego tarde, llego tarde. Porque, sí, siempre llego tarde a los sitios.
Nada más entrar en la Casa del Libro, comienza el ritual. El olor a
libro nuevo me encanta, me trae recuerdos de mi infancia, del colegio.
Me recreo y paseo despacito por la tienda, necesito llenarme de ese
olor. Busco las estanterías de narrativa y ya los libros empiezan a
cortejarme, no todos, no te creas, algunos miran para otro lado, serán
creídos!!!!! Encuentro 3 que están muy juntitos, se quieren venir
conmigo, pero este mes no me llega el presupuesto, entre la vuelta al
cole y demás....
Están tan juntitos y yo veo tan poquito, que
apenas alcanzo a distinguir bien los títulos. La estantería está algo
alta para mi 1,57 de talla, así que estiro el brazo e intento coger uno,
sale resplandeciente hacia delante y digo, ¡este se quiere venir
conmigo!, peroooooo.... el que está a su derecha le adelanta hábilmente y
aparece en mi mano, sin darme casi ni cuenta.
Y claro, ya me ha
tocado, siento la textura de sus tapas, se amolda a mis dedos y
ciegamente y sin pensarlo ya me entrego. Le doy la vuelta, uufff menos
mal que es de Justo Sotelo.
Esta noche comienzo a disfrutarlo.
Espero que algún día el autor me lo dedique en persona. Me han dicho que
es un tío muy majo, cercano y simpático".
Hasta aquí el relato de Ana.
Lo primero que pensé al leerlo es lo que habrían sentido Borges,
Balzac, Sterne, Cervantes, Dante..., si se hubieran encontrado en su día
a lectoras como ella.
Quizá la hubieran invitado a champán.
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