jueves, 20 de octubre de 2016

Sobre la belleza de la lengua, de todas las lenguas.

Ayer hablaba de Saussure y su libro de lingüistica (en realidad de sus famosísimos apuntes dictados en clase en Ginebra y que sus discípulos convirtieron en libro) y hoy quiero poner un ejemplo.

El lenguaje y la lengua nos convierten en humanos y nos ayudan a ver como vemos, a sentir como sentimos, a amar como amamos, a pensar como pensamos. Por eso defiendo todas las lenguas, incluso las que se han perdido, esas lenguas muertas que, seguramente, alguna vez tuvieron un valor incalculable.

El habla es un hecho individual y la lengua un hecho social. En ese sentido me encantó que la agencia de noticias Europa Press -una de las dos más importantes de España- se hiciera eco en su día, en catalán, de la publicación de mi novela "Las mentiras inexactas", que hace unos días Google volvió a situar en mi biografía.

La noticia resultó significativa para este madrileño de Chamberí que está enamorado de Cataluña (en realidad de casi todo el mundo porque el mundo está lleno de belleza), pero reconozco que Barcelona es una ciudad encantadora, casi tanto como Madrid, el call judío de Gerona uno de mis paseos favoritos y la Costa Brava un paraíso.



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