miércoles, 13 de junio de 2018

"En un mundo tan competitivo, a veces aparece la magia".

Vivimos en un mundo extremadamente competitivo, dominado por la ley de la oferta y la demanda, y donde se cobra por todo. Antes de hacer cualquier cosa, lo primero que se dice es "cuánto me vas a pagar" o "cuánto voy a llevarme con esta operación", ya sea laboral, financiera, artística o literaria. El arte y la literatura, por ejemplo, no se valoran por su calidad, sino por las ventas y la recaudación, aunque la mediocridad sea de dominio público, como ocurre con los "best sellers" y los premios. Esta competitividad lo único que hace es disminuir la autoestima de la gente y aumentar la riqueza y el bienestar de los psiquiatras y de los laboratorios que fabrican pastillas antiestrés y medicamentos parecidos.

Sin embargo, hay personas que hacen cosas por "amor al arte", como ocurrió ayer por la tarde con la actriz Ángela Guzmán en la tertulia del "Café Gijón".

Ángela nos regaló su tiempo y no nos pidió nada a cambio. Actuó de forma gratuita porque lo lleva en la sangre. Ahí están los monólogos de "Doña Rosita la Soltera", la Nora de "Casa de Muñecas", la mujer de "Macbeth", Doña Inés del "Tenorio" y la protagonista de "Ay, Carmela".

Hay personas que merecen la pena, y a mí me encanta encontrármelas por el camino. Además, tengo la sensación de que no necesitan pastillas ni psicólogos o meterse en un gimnasio para quererse.










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