El Central Park de Nueva York es uno de los parques más
cinematográficos y literarios que existen. A veces he hablado de él por
aquí. En este lugar se encuentra la escultura de bronce más grande que
existe de Hans Christian Andersen. El escritor danés tiene su cuento "El
patito feo" en la mano, y el animal lo observa atentamente a su
derecha.
Ayer Juana Martínez López-Prisuelos, una amiga virtual
que vive en Nueva York, estuvo leyendo mi ensayo sobre Murakami al
escritor de cuentos del Romanticismo. Se
preguntó qué sería de la belleza sin narradores y de los libros sin
lectores. Luego se respondió a sí misma. No serían nada porque, en su
opinión, el espectador de la belleza entrega sus ojos y sus oídos para
degustar el amor, que es lo que mueve el mundo. Observo la fotografía
que me envió Juana y pienso en todos esos escritores que critican la
obra de Murakami, y que me sacan siempre una sonrisa. Andersen y
Murakami se habrían llevado bien de haberse conocido porque ambos son
inteligentes y complejos.
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