miércoles, 10 de octubre de 2018

"El patito feo".

El Central Park de Nueva York es uno de los parques más cinematográficos y literarios que existen. A veces he hablado de él por aquí. En este lugar se encuentra la escultura de bronce más grande que existe de Hans Christian Andersen. El escritor danés tiene su cuento "El patito feo" en la mano, y el animal lo observa atentamente a su derecha.

Ayer Juana Martínez López-Prisuelos, una amiga virtual que vive en Nueva York, estuvo leyendo mi ensayo sobre Murakami al escritor de cuentos del Romanticismo. Se preguntó qué sería de la belleza sin narradores y de los libros sin lectores. Luego se respondió a sí misma. No serían nada porque, en su opinión, el espectador de la belleza entrega sus ojos y sus oídos para degustar el amor, que es lo que mueve el mundo. Observo la fotografía que me envió Juana y pienso en todos esos escritores que critican la obra de Murakami, y que me sacan siempre una sonrisa. Andersen y Murakami se habrían llevado bien de haberse conocido porque ambos son inteligentes y complejos. 

Después de todo, los niños saben que lo del patito feo no es más que un malentendido.

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