lunes, 18 de agosto de 2025

"Eso de ser Óscar Wilde".


 
Antes de ayer el escritor y profesor José Luis Morante comentó en un post: "Conozco poca gente con una identidad tan fiable, querido Justo Sotelo; más que al aristocrático Marqués de Bradomín dejas afinidades con la extrema lucidez de Oscar Wilde y su incansable inteligencia. Como dice mi querida Efi Cubero, la impostura te es ajena, no hay escayola. Carne propia.
 
Unos días antes Clara Vega me escribió: "¡Oh, mi capitán! No temas que dos batidos de vainilla borren tu atractivo. Hay encantos que no se miden en tallas ni se reflejan en espejos. El tuyo habita en la palabra precisa, en la ironía que arranca sonrisas, en la cultura que te acompaña como un viejo amigo y en esa manera tuya de mirar el mundo, como si aún quedaran secretos por descubrir. Las arrugas, si llegan, serán líneas de un mapa que conduce a historias. El tiempo, en tu caso, no resta, te esculpe".
 
Ayer por la mañana la artista de Elche Clariola Fenoll me envió una de las páginas de mi ensayo "Los mundos de Haruki Murakami" (2013, Izana) que está leyendo, y luego añadió en un audio que le gustaría describir todo lo que su lectura le estaba inspirando. 
 
Esto me recuerda todas las veces que ex alumnos y ex alumnas mías me han dicho que se han dedicado a la enseñanza después de que yo les diera clase, o que se han puesto a escribir tras leer mis libros.
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Cuando Clariola me envió el audio, paré el coche en un precioso y romántico lugar para escucharlo, y me puse a ver el mar. En Radio Clásica se escuchaba una música de piano. Como dijo el verdadero Óscar Wilde, la belleza es una manifestación intrínseca de la verdad y el arte, y está presente en todas las formas, desde la naturaleza hasta la creación humana. 
 
La verdad es que es bonito ser escritor.

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