sábado, 9 de agosto de 2025

"Escuchar a Schubert es como nadar al amanecer".


 
Algo que va de la alegría a la melancolía, como me susurra su última sonata de piano dentro del mar. Veo las formas no convencionales del movimiento lento y el scherzo. Es una serena belleza, casi similar a un himno, a menudo interrumpido por trinos graves, que crean la sensación de paz y de una tensión subyacente. Todo es expansivo y fluye como un río, como las olas del mar que se quedan pegadas a mi piel como la sal. Y luego todo se convierte en onírico e hipnótico; ahora el ritmo es vibrante con una conmovedora exploración de la melancolía y la contemplación. Y así se apodera de mi cuerpo una atmósfera más ligera y más juguetona. La música vira en direcciones armónicas impredecibles, lo que aumenta su encanto. El final me lleva entonces por un emocionante viaje armónico y temático, con su alternancia entre la tristeza y el júbilo, con una oleada final de alegre ligereza.
 
Salgo empapado de agua y de música, como si estuviera bendecido por los ángeles:
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario