miércoles, 13 de agosto de 2025

"Soy muy dulce, lo reconozco".


Ayer me empecé a tomar, en un hermoso y acogedor lugar tropical, un batido de vainilla que estaba muy rico, y desde el primer sorbo comprendí que la copa era pequeña e iba a acabar pidiéndome otro, y así lo hice, como se ve en la foto. Sé que voy a seguir engordando y a perder mi secular "sex appeal", con lo que las chicas de 20 a 80 años dejarán de decirme piropos. Ya no voy a poder hacerme fotos en cueros en alguna playa apartada y salvaje, como otros años. Y seguramente tenga que ir al psicólogo o al psicoanalista para que me explique mis obsesiones y represiones de hombre blanco, madrileño, español, europeo, ciudadano del mundo, heterosexual, defensor de la libertad y los derechos humanos, nada machista, ni homófobo ni xenófobo y por supuesto amante de Mahler y Beethoven, Picasso y Da Vinci, Hitchcock, Ford y Allen, con esas películas que tanto me gustan y con las que he crecido.
 
Si es que no somos nadie.
 
Reconozco que no me importaría haber escrito la siguiente escena de "Annie Hall":
 
Y por supuesto el final:
 
(Por cierto, por más que se devanen los sesos los científicos, parece ser que no pueden lograr que la IA sea capaz de mostrar ironía y sarcasmo. Porque, ¿quién no ha necesitado los huevos alguna vez?)

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