lunes, 4 de agosto de 2025

"La poesía empieza con un golpe de tambor en la selva, dijo Eliot".


 
Roerich, Tagore y Juan Ramón me llevan hasta Eliot, además de este libro que me acompaña en las vacaciones y me compré en la Casa del Libro de la Gran Vía, una selección de sus ensayos recientemente publicados en español, "La aventura sin fin". Es una visión profunda de la mente de uno de los críticos más influyentes del siglo XX y de sus ideas y reflexiones sobre la literatura, la cultura y la sociedad. Si la sociedad decide prescindir de la poesía seguramente desaparezca el sentido último y esencial del lenguaje, y nos volveríamos sordos a nuestra propia voz. Sería como terminar con la canción de la especie humana (todas las guerras, las actuales y las pasadas, son producto de esa sordera). Escribo todos los días alguna cosa para que no deje de sonar esa canción en mi mente. En la gran poesía de Juan Ramón siempre he encontrado "resonancias" de Eliot, con su exploración compleja, intelectual y a menudo melancólica de la vida moderna, la tradición y la espiritualidad. Su poesía, en particular "La tierra baldía" y "La canción de amor de J. Alfred Prufrock", refleja la fragmentación y la desilusión de la posguerra, mientras que sus obras posteriores, como "Cuatro cuartetos", profundizan en temas como el tiempo, la fe y la condición humana. Su estilo poético se caracteriza por el uso de las alusiones, el simbolismo y una singular combinación de expresión intelectual y emocional. Su poesía retrata con habitual frecuencia las ansiedades y la alienación de la vida moderna, utilizando a menudo imágenes fragmentadas y narrativas inconexas para transmitir una sensación de decadencia cultural y espiritual. Emplea extensamente alusiones a obras clásicas y literarias, creando capas de significado y dialogando con el pasado. Utiliza imágenes y símbolos impactantes para transmitir ideas y emociones complejas. Por ejemplo, la "niebla amarilla" en "Prufrock" representa el estancamiento generalizado de la vida del personaje. Eliot admiraba la capacidad de los escritores de los períodos isabelino y jacobino en sintetizar aspectos dispares en obras unificadas. 
 
"La canción de amor de J. Alfred Prufrock" explora las ansiedades y la timidez del individuo moderno, utilizando el flujo de conciencia e imágenes vívidas para representar las luchas internas de Prufrock.
 
"La tierra baldía" retrata un mundo desolado y fragmentado, y recurre al mito y a múltiples voces para transmitir la crisis espiritual y cultural de la posguerra.
 
"Cuatro cuartetos" explora la naturaleza del tiempo, la memoria y la experiencia espiritual, y busca respuestas a preguntas esenciales sobre la existencia humana.
 
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Eliot siempre me ha recordado a Britten:
 

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