"El arte de conversar".
Ayer por la tarde el concepto del amor
romántico se instaló en la tertulia del "Café Gijón" de la mano del
escritor, profesor y ex ministro de Cultura César Antonio Molina.
Dante y Petrarca se inventaron literariamente esa idea del amor
trágico, ese "amor loco", tan maravilloso como imposible, con los
personajes femeninos de Beatriz y Laura. Acto seguido el Renacimiento
continuó con esa idea de los amores que tienen que terminar mal para que
sean amores de verdad y el Romanticismo
la llevó al extremo. Como el siglo XX fue el siglo del cine, el de las
películas que se sienten en la gran pantalla, a oscuras, con actores que
se meten en la vida de la gente y viceversa (como nos contaría Woody
Allen en "La rosa púrpura del Cairo"), esa forma de observar las
relaciones amorosas tenía que proyectarse en el cine.
César Antonio Molina repasó con los tertulianos varias de las películas
más perturbadoras, trágicas y bellas de la historia del cine, a partir
de su ensayo "Tan poderoso como el amor". Lo hizo con inteligencia y
serenidad, como es él, y como si viviéramos una tranquila y larga velada
de invierno frente al fuego, algo que también podría haberle gustado a
un continuador de Dante y Petrarca como Boccaccio. Entonces "El cielo
protector", "El último tango en París", "Tierras de penumbra", "84
Charing Cross Road", "Secretos de un matrimonio", "Delitos y faltas",
Casablanca". Y también con las recientes "La gran belleza", "Roma" o
"Cold War" (esta última es, por cierto, la película de 2018 que yo me
llevaría a una isla desierta).
Lo demás fue vivir esas dos horas frente al "fuego" de la inteligencia, como diría Platón.
Lo demás fue vivir esas dos horas frente al "fuego" de la inteligencia, como diría Platón.
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