viernes, 15 de febrero de 2019

" Crítica de un ex alumno a Las mentiras inexactas".

Parece una carta como las que se escribían antes, como las que un lector del XIX y el XX podía enviar, escrita de su puño y letra, a escritores como Balzac, Rilke o Proust, después de haber leído sus obras. También es un ejemplo más de que, aunque las Nuevas Tecnologías hayan llegado a este mundo para quedarse, hay cosas que no cambian, como el corazón de los seres humanos.

"Vaya por delante que no soy crítico literario, que, como más de una vez he manifestado por aquí, me gusta escribir y expresar aquello que siento y que se quede grabado de alguna manera. Los que me conocéis sabéis que tengo escritos tres libros sobre aquello que siento y pienso, que no es otra cosa que la plasmación de mis sentimientos y que son el compendio de un análisis de la realidad de una manera respetuosa.

Una vez dicho esto, quiero desde estas líneas hacer público una especie de crítica al libro de mi buen profesor, pero ante todo amigo y mejor persona, Justo Sotelo, "Las mentiras inexactas". Siempre he dicho que hacer una crítica o una crónica de lo que pasa a tu alrededor, es complicado porque se hace de una manera subjetiva. Lo que más me ha gustado del libro es la interactuación no solo con las historias sino además con los personajes. A medida que me adentraba en sus páginas advertía que la lectura era lo que hago yo al hacer oración, poniéndome en la situación de la historia. Cada vez que los personajes entran en la librería de Sergio era como si lo hiciera yo también y formara parte de esa historia, aunque en realidad yo, Antonio Vaquerizas Pulido, poco hubiera podido aportar en el diálogo. O esos paseos por el Malecón de La Habana... Es también preciosa la historia de amor entre Nora y Sergio... Pero si hay algo que resume lo que he sentido leyendo la novela ha sido una frase que ponía en el marcador con el que señalaba el fin de mi lectura: "Una misteriosa novela en la que las cosas no ocurren por casualidad".

Siempre lo he dicho y a él, a Justo, así se lo he manifestado, que antes que ser un profesor y enseñarnos las materias de la asignatura, nos enseñó a ser personas.

Gracias querido profesor, gracias querido amigo. Un abrazo muy fuerte".

(La foto está un poco borrosa, pero es la que me envió anoche Antonio. Seguro que a los escritores que he citado al principio también les hubiera gustado leer cosas así y recibir fotos como esta. Después de todo, en su época ni ellos mismos sabían que eran Rilke, Proust y Balzac).

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