jueves, 7 de febrero de 2019

"La vida en un haiku".

"Cuando miro con cuidado / veo florecer la nazuna / junto al seto" (Bashō). 

Me encuentro en Central Park y veo nacer en mí las hojas internas que me hacen respirar como a un árbol donde habito, mientras leo a Murakami bajo la mirada de Justo Sotelo, que hace sus reflexiones sobre el autor japonés porque mira con cuidado lo que lee. Hay tanto dentro de un libro que no se percibe por estar en otra onda. De ahí la falta de dejar de percibir junto al seto, la flor de tu mirada puesta en el seto. 

(Foto de este otoño leyendo a Murakami bajo la mirada de Justo Sotelo que ve nacer la flor interna, en su visión del arte de la palabra escrita)".

Hasta aquí las palabras de Juana Martínez López-Prisuelos, una española que vive en Nueva York desde hace años y que continúa leyendo mi ensayo sobre Haruki Murakami en el Central Park, como escribió hace unos días en uno de sus posts. Lo que me llamó la atención de sus palabras cuando las leí fue la alusión a Matsuo Bashō o Matsuo Kinsaku (1644-1694), el poeta japonés más famoso del período Edo. Es el gran creador de haikus de la historia de la literatura, y este en concreto me ha parecido sumamente interesante y actual, a pesar de que hayan pasado tantos siglos desde que lo escribió.

La nazuna a la que se refiere Bashō es una pequeña flor silvestre, modesta, despreciada por la gente que no mira cuando camina. Y me pregunto por cuántos pasaremos junto a ella, en este tiempo un poco maniático definido por las prisas y un incomprensible estrés, sin percatarnos de la existencia de esa flor modesta y silvestre.

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