miércoles, 6 de febrero de 2019

"El ciervo y el cepo".

Para Catalina Bello, nuestra invitada ayer por la tarde en la tertulia del Café Gijón, el artista es como el ciervo, que debe saltar sobre los cepos que le ponen los cazadores en el lugar más insospechado del bosque. Esos cepos son los traumas y obsesiones que van sembrando de obstáculos el camino de la vida del artista, pero que se convierten en alegrías cuando es capaz de superarlos.

Catalina nos habló de la evolución de su proceso artístico, de la manera en la que pasó de las esculturas que le llevaron más de 20 años a la búsqueda de la escritura, con relatos que resumen su "Poética" creativa, como "La mesa de porcelana".

Este es el primer párrafo: "A veces un pelícano se acerca al otro lado de la membrana de cristal mientras descanso de mis lecturas. Lo miro y agita sus alas, están garabateadas por dentro. Me mira con fijeza como para decirme: tú desconoces el significado del alfabeto que hay en mis plumas. Me reta, pero yo vuelvo a mi trabajo. Incansable, sigo leyendo con el tacto de mis dedos los bajorrelieves que hay impresos en la porcelana de la que está hecha la tabla de la mesa..."

En cierto momento se suscitó la idea de cómo veo la literatura actual. Y dije que debe buscar referentes que superen el paradigma mimético que viene de Aristóteles, por ejemplo en los mundos posibles y lo "heterocósmico", y, en asuntos más concretos, olvidarse del uso y el abuso de adjetivos y las descripciones archisabidas que ya forman parte del acervo colectivo. Es la necesidad de reescribirlo todo para que el propio texto desaparezca y solo quede la esencia, lo imprescindible, todo eso que obligue al lector a entrar en la lectura para reescribirla. Uno de mis ideales es, obviamente, "Pedro Páramo", uno de los últimos milagros de la literatura.

(Como las tertulias son un espacio idealista y sentimental donde me lo paso muy bien, el ya antiguo tertuliano Mohamed El Morabet me trajo su novela publicada recientemente, para que siga fluyendo en mi mente la fiesta de la literatura, y terminé la fiesta en el Metro con mis queridos Antonio Banús y Javier del Prado. El Metro es un lugar adecuado para observar a la gente y seguir haciendo literatura).




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