Lejos del mundanal ruido no se hacen manifestaciones ni es necesaria
la independencia de nadie. La obsesión por el poder y el dinero
desaparecen. Solo hay tiempo para escuchar la Sexta de Mahler, leer a
Onetti y pasear por la arena de la playa.
Lejos del mundanal
ruido la sencillez se convierte en una forma de mirar y de pensar.
Apenas una cena junto al mar, un pescado fresco y una botella de vino
blanco.
¿Alguien se cree que la vida es otra cosa?
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